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En Antaño

EN ANTAÑO

Hay un pedazo de historia
plasmada en una pintura,
que mirándola, veo de forma notoria
lo que fue la vida mía.

No me considero mayor
ni tampoco una vieja,
pero he viajado en tren de vapor
y en una carreta vieja.

He ido andando
de un pueblo a otro.
Íbamos charlando
y no se notaba la distancia.

He conocido compañerismo
entre trabajadores
que, al llegar la matanza
todos iban a ayudar en las labores.

Hemos sido tan pobres,
que cuando llamaban
solicitando limosna, mis padres,
solo un plato de sopa, en nuestra mesa, le daban.

Cuando nos casamos
no teníamos, más que la cocina,
ni nevera, lavadora, ni bobadinas.
Nuestra casa, tenía solo muebles.

Toda la familia, vino al rescate
y eso que no hicimos ágape.
Unos regalaron platos, otros vasos,
otros llenaron la cocina de útiles.

Ahora todo es distinto,
o a mí me lo parece,
la boda se celebra con gran marca de tinto,
y se casa cuando todo aparece.

A los invitados, en las bodas
se les solicita dinero,
cuando nosotros invitábamos primero
y cada cual hacía lo que podía.

Esto tenía un problema, podíamos
tener varios jarrones iguales,
una figura horrorosa de carnavales,
pero éramos sencillos y felices.

Yo he lavado en el río,
con el agua muy helada
pero cantando no notábamos frío
aunque tuviésemos la nariz pelada.

He vivido sin luz, ni agua,
tenía que sacarla del pozo
o bombearla algún mozo,
cocinar con hornillo de petróleo.

Calentarnos con leña
o carbón, sí la dueña
nos facilitaba la estufa
o la cocina económica.

¿Seré vieja?
Yo me siento joven,
capaz de seguir en el mundo
y enseñar lo que sé, si hubiese
un pozo muy profundo.

Olimpia Era
EN ANTAÑO MAQUINA DE VAPOR.jpg
 
Última edición:
EN ANTAÑO

Hay un pedazo de historia
plasmada en una pintura,
que mirándola, veo de forma notoria
lo que fue la vida mía.

No me considero mayor
ni tampoco una vieja,
pero he viajado en tren de vapor
y en una carreta vieja.

He ido andando
de un pueblo a otro.
Íbamos charlando
y no se notaba la distancia.

He conocido compañerismo
entre trabajadores
que, al llegar la matanza
todos iban a ayudar en las labores.

Hemos sido tan pobres,
que cuando llamaban
solicitando limosna, mis padres,
solo un plato de sopa, en nuestra mesa, le daban.

Cuando nos casamos
no teníamos, más que la cocina,
ni nevera, lavadora, ni bobadinas.
Nuestra casa, tenía solo muebles.

Toda la familia, vino al rescate
y eso que no hicimos ágape.
Unos regalaron platos, otros vasos,
otros llenaron la cocina de útiles.

Ahora todo es distinto,
o a mí me lo parece,
la boda se celebra con gran marca de tinto,
y se casa cuando todo aparece.

A los invitados, en las bodas
se les solicita dinero,
cuando nosotros invitábamos primero
y cada cual hacía lo que podía.

Esto tenía un problema, podíamos
tener varios jarrones iguales,
una figura horrorosa de carnavales,
pero éramos sencillos y felices.

Yo he lavado en el río,
con el agua muy helada
pero cantando no notábamos frío
aunque tuviésemos la nariz pelada.

He vivido sin luz, ni agua,
tenía que sacarla del pozo
o bombearla algún mozo,
cocinar con hornillo de petróleo.

Calentarnos con leña
o carbón, sí la dueña
nos facilitaba la estufa
o la cocina económica.

¿Seré vieja?
Yo me siento joven,
capaz de seguir en el mundo
y enseñar lo que sé, si hubiese
un pozo muy profundo.

Olimpia Era
OLIMPIA

Encantador poema de reminiscencia.

La juventud está en tu alma de niña.

Abrazos y besos desde mi balcón quiteño,
lleno de geranios multicolores,

Guillermo.

 

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