Es su aliento mi verso el que exhala la aurora,
donde vive el misterio de sus besos, señora,
es su piel nacarada, mi prisión, mi avaricia,
donde envuelvo el deseo de robarme su luna,
pues yo soy un viajero sin apego o fortuna,
que ha quedado prendado de su dulce caricia.
Mi plegaria se enciende...