Enrique Dintrans alarcón
Miembro Conocido
Abriré la puerta hoy;
me parece es el momento.
He sentido una voz de fuera
no amenaza, no gime, no insulta
sólo pregunta: ¿puedo entrar?
Es sencillamente esa cálida pregunta
tan simple y espontánea;
esa asomada ingenua con olor a manzanas,
la que me hace confiar.
Mientras las casas se llenan de rejas
y las alarmas se disparan por doquier,
aún hay voces que traen el aire festivo de la brisa
y refrescan el alma de los primeros días.
Recuerdo el gozo de niño
cuando me invitaban a entrar a un hogar
y se abrían esas puertas de par en par
Y siento que el corazón de Dios es como una casa
y que orar significa simplemente
decirle a Dios.. ¿puedo entrar?
Y mientras abro la puerta me sorprende
que es Dios mismo
quien gusta de visitarme
con esta pregunta tan maravillosa.
me parece es el momento.
He sentido una voz de fuera
no amenaza, no gime, no insulta
sólo pregunta: ¿puedo entrar?
Es sencillamente esa cálida pregunta
tan simple y espontánea;
esa asomada ingenua con olor a manzanas,
la que me hace confiar.
Mientras las casas se llenan de rejas
y las alarmas se disparan por doquier,
aún hay voces que traen el aire festivo de la brisa
y refrescan el alma de los primeros días.
Recuerdo el gozo de niño
cuando me invitaban a entrar a un hogar
y se abrían esas puertas de par en par
Y siento que el corazón de Dios es como una casa
y que orar significa simplemente
decirle a Dios.. ¿puedo entrar?
Y mientras abro la puerta me sorprende
que es Dios mismo
quien gusta de visitarme
con esta pregunta tan maravillosa.