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1a. PARTE SOLAMENTE LLAMENME: “CHENNY” !!! (Una cucharada antes de cada complejo.

¡ SOLAMENTE LLAMENME: “CHENNY” !!!
(Una cucharada antes de cada complejo para salir del BACHE)

ESTRAGOS DE LA EPILEPSIA. El “yo interno”, es la conciencia de uno mismo; conocerse a sí mismo. Es la reproducción conciente de lo que se es física y síquicamente. El mejor remedio para escindir la personalidad de todo individuo ante un suceso traumático que se venga arrastrando por años y logre la superación y reafirmación de ese “yo interno”, está contenido en una fórmula compuesta por cuatro y seis letras, respectivamente, con lo cual se elimina todo complejo. Estas son: AMOR y una CHENNY, para salir del “BACHE”: Jurcan.
CAPÌTULO I
H U M A N I S M O

¿Qué sucedió en ese lugar? La gente estaba arremolinada. Resulta que un hombre joven se encontraba tirado --- por lo que se escuchó---, una persona se estaba convulsionando, ¡De pronto! Una dama joven, de aspecto sencillo --- al parecer molesta---, se abrió entre los curiosos y se arrodilló para auxiliarlo. Levantó su cabeza para que no se ahogara con su propia saliva; le introdujo a un lado de la boca su pañuelo ---porque espumeaba y no se mordiera la lengua---; pacientemente esperó a que la “crisis” pasara. Fue cosa de minutos. La molestia de esta dama es que, ---así lo dijo---, los curiosos solamente conjeturan y estorban, pero no hacen nada por ayudar. Ella se levantó, como pudo, ayudó a que dicha persona se incorporara, momento en el cual preguntó su nombre y domicilio; pidió un coche de alquiler (ruletero), y se perdió ante la mirada de los curiosos en aquella transitada avenida. De esto pasaban ya de las diez de la noche.

Minutos después, el auto arribó al domicilio indicado; frente a la salida principal de una vivienda en aquella popular colonia, misma que por sus improvisadas y mal trazadas calles carecían de alumbrado público y otros servicios, en su totalidad.

Del vehiculo descendió, con cierta dificultad, la persona auxiliada; joven por cierto, quien todavía fue ayudado por aquella joven damita, quien posiblemente apenas había rebasado los veinte años de edad.


De la citada vivienda salió una señora entrada en años ---de quien posteriormente se supo que tenía por nombre Margarita y de cariño le decían “Maguito”---; de inmediato se percató que se trataba de su hijo; al momento de recibirlo ---se dejó ver la tristeza en su semblante, pero se contuvo---. No tenía palabras para agradecer el gesto de aquella joven damita. La citada damita, una vez que se presentó, en breves palabras narró lo acontecido ----dijo que solamente la llamaran “CHENNY”---; se puso a las órdenes de quien resultó ser la madre de aquel joven auxiliado y se despidió en ese momento.


Capítulo I I

LOS DIAS AMARGOS

Retrocediendo algunos años atrás, llegamos a una pintoresca vecindad de la colonia Santa María. Ahí transcurrió la adolescencia de quien tenía por nombre Uriel, y le apodaban “Tacho”.

Estos sucesos, motivo de nuestro tema, eran comunes en esta familia, sobre todo en “Tacho”, debido al padecimiento de la “epilepsia”, la cual venía arrastrando desde su adolescencia, misma que constantemente le ocasionaban esos dichosos “ataques”, (crisis convulsivas). Razón por la que seguido se escuchaba que alguien llegara gritoneando ante esta sufrida madre y le dijera:
“¡Maguito, córrale que a su “Tacho”, ya le dio el “ataque”…!”

“Ella dejaba lo que tenía a la mano y apresurada se dirigía al lugar indicado. ---Situación que sucedía a todas horas, mañana, tarde o noche---.

“Para una madre, como “Maguito”, no había imposibles, ya que estaba atenta al padecimiento de su vástago y acudía de inmediato a auxiliarlo, así fuera una distancia considerable o cuando las inclemencias del tiempo estaban en su caprichoso momento manifestándose.

“Es necesario recordar también que “Maguito”, como madre, había recurrido a remedios caseros ---consejos de personas o comadres que habían pasado por situaciones semejantes---. Por ejemplo: “le aconsejaron darle de tomar “agua de mar o el agua pestilente, contenida en los floreros por varios días”, con la creencia y por consejos que, “ésta, entre más días era más efectiva”, y así lo hizo. Le dio “tomas preparadas por las herbolarias”.

Recurrió a curanderas, médicos, especialistas. Le realizaron varios tratamientos que según harían posible la curación de “Tacho”, --- que supuestamente habían dado resultado en otras personas con igual padecimiento---. Recurrió a chamanes, brujos, prácticas esotéricas y a quienes tenían fama de curar todo tipo de enfermedades, sobre todo los “ataques epilépticos”.


“Recurrió a la religión; fue llevado ante la presencia del Dios Todopoderoso y sus representantes. Se le hicieron limpias hasta donde se venera San Miguel del Milagro, el Señor de Chalma y San Juan de los Lagos, Jalisco.

“En repetidas ocasiones visitó la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, ---incluso en peregrinaciones---, hasta la Ciudad de México, Distrito Federal. Se le hicieron limpias ante el Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, San Ramón Nonato, por decir, algunos de los tantos representantes de la religión católica. Se recurrió a los Evangelistas, Testigos de Jehová y otras sectas más, que le eran recomendadas, con tal de que su hijo sanara, pero no hubo resultados óptimos. Razón por la cual a “Tacho”, dicha enfermedad lo tenía sumido en un “apocamiento o complejo psicológico”.


“Por varios años y desesperado, dicho padecimiento llevó a “Tacho”, a desatenderse en lo personal y emocional; el hecho de estar o sentirse “acomplejado e inútil”, lo orillaba cada día a creerse “relegado”; refería: que por culpa de su “maldita enfermedad”, perdió trabajos, familiares, amistades, amores y hasta la dignidad.


“En tal virtud el destino juega bromas con la voluntad de los seres humanos, que muchas veces dejan más mal, que buen sabor de boca, ---en el caso de “Tacho”---, que por su padecimiento y no ver mejoría alguna, acentuó su estado de “acomplejado”.


“Debido a ello, “Tacho”, optó por llevar un desordenado modo de vivir. Se sentía inútil, ---no inválido--. Pensaba que el destino se había ensañado con él, por eso, al parecer, no había tomado la vida en serio. Le dio por trabajar solamente cuando le apretaba el zapato, con la creencia de que por su padecimiento no lo iban a aceptar en ningún lugar; se hizo adicto al vino, al cigarro, que aunado a las parrandas y desveladas, ---so pretexto su (epilepsia)---, contribuían a que las “crisis”, se repitieran con frecuencia. Constantemente se le veía con heridas y lastimaduras, regularmente en cara y cabeza por causa de las caídas ocasionadas por dichas “crisis”, ya que éstas no avisaban dónde ni a qué horas lo iban a sorprender.


“Para el colmo y casi perdida la voluntad de “Tacho”, a la vuelta de la vecindad donde habitaba, había un camino (actualmente conocida como Diagonal Héroes de Nacozari) (antiguamente “la vía”)---; ahí estaba tendida la vía del ferrocarril. Antes de ser pavimentada, era un vado, siguiendo la trayectoria de la vía del tren, misma que acortaba el camino para salir a la iglesia del Rayito, en la colonia Santa María. Ésta, a todo lo largo tenía montoneras de tierra, la cual estaba cubierta de yerbas silvestres, como higuerilla, árnica y en su mayoría “polocotes”, entre otras, que servían de madriguera a “Tacho”, debido a la embriaguez.


“El estado y las condiciones de como se desenvolvía la vida de “Tacho”, lo había convertido en un “calientero o borrachín”. Cuantas veces, por el estado de ebriedad no le daba tiempo de excretar u orinar y es de imaginarse las condiciones de este individuo.


“Como habíamos mencionado, ---so pretexto de la epilepsia---, su afición a la bebida aumentó, por su falta de ánimo dejó de trabajar, desatendió su persona y como era de imaginarse: “desaseado, sin afeitar, sin corte de cabello y ropa sucia”, dio como resultado una dejadez con la que disfrazó la personalidad que cualquier individuo consciente no haría.


“Esta familia, por los resultados negativos y equis circunstancias, decidió cambiarse de vivienda y encontraron un apartamento en el Barrio de Santa Anita, lugar donde en nada mejoró la situación ya que “Tacho”, encontró mejores “gallos”, en lo que se refiere a la “bebida”, pero nada favorable para él. (continuará)...

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
8/12/2015 Derechos de Autor Reservados.©
 
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