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Al tiempo

Derrotado, sin esperanzas ya casi al final de su camino, sintiendo las afiladas garras de la soledad desgarrándole el corazón y pidiendo a gritos el fin de su existencia. Lagrimas que parecen àcido que cae sobre su derrotado espíritu y acrecienta su dolor.
El tiempo a pasado, sus seres queridos han partido. Su amada esposa se fue hace muchos años, falleció de una enfermedad que no recordaba cuàl, pero estaba seguro que era la misma que ahora a èl le atosigaba. La cruel soledad.
Soledad, porque èl a los suyos -mirando en retrospectiva- los había tenido muy abandonados y era verdad, les había dedicado muy poco tiempo, por la causa que fuere, asì había sido.
¿Y sus hijos? Sus hijos desde que se habían ido, poco después de la muerte de su esposa, muy poco tiempo le dedicaban a èl. No tenían tiempo.
Pero parecía ser que la vida le estaba cobrando. Parecìa que el tiempo había huido de su existencia, porque hacia mucho tiempo que vivía una rutina inhumana. Revolcándose en el fango de su soledad y sufrimiento, deseos de que sus hijos le visitaran –aunque solo fuera por unos minutos- Esto era todos los días durante… No recordaba que tiempo, pero era mucho. Y asì había pasado el tiempo.
¡ Tiempo! El tiempo que èl les negara a los suyos, por muy poco que fuera , ahora clamaba por que el suyo –su tiempo- terminara.
Todos los días pedìa a Dios tuviera compasión y terminara con su tiempo. Pedìa por que el nuevo dìa no llegase para èl. Pero parecía que Dios no le escuchaba por que… Bueno, èl había abandonado durante casi toda su vida a Dios. Como en el aspecto material y profesional le iba muy bien, creyo que era por su capacidad y que no necesitaba de Èl, asì que ahora pensaba que Dios no lo necesitaba a èl.
Hasta què llegó un dìa en que… Ya se retiraba a dormir, pensando como ya era costumbre que ojala ahora sì no llegara a mañana, aunque no se sentía enfermo físicamente creía que ya era tiempo, a sus setenta y pocos años -¿pocos?- pensó. En estos momentos no recordaba exactamente cuantos. Pensò que sería bueno que en caso de no morir, le asaltara la enfermedad esa de… ¿como se llamaba? Y se sonriò para sus adentros al pensar que era seguro que se le empezaran a olvidar las cosas. Cuando menos llegarìa el momento en que ya no se acordarìa de todo lo que lo hacìa sufrir y alcanzarìa la tranquilidad que tanto deseaba. Bueno, al tiempo. Y se volvió a sonreír, últimamente pensaba mucho en el tiempo.
Al estar preparando su lecho para ya acostarse, escucho un pequeño ruido, al frente de su lecho se hallaba un gran espejo, tan grande que reflejaba casi todo el muro donde se apoyaba la cabecera de la cama. Y parecía que el ruido había salido de por allì. Pensò que era lo lógico que pasaba con todos los materiales cuando el ambiente empezaba a enfriar y no le diò mucha importancia. Apagò la lámpara de sobre el burò y se acostò a dormir.
Cuando ya el sueño se empezaba a apoderar de èl, en ese instante en que uno no se encuentra ni despierto ni dormido, el preciso instante en que cualesquier ruido por pequeño que sea se escucha exageradamente fuerte, volviò a escuchar el mismo ruido y despertándose completamente se sobresaltò un poco. De momento se preguntò que podría pasar, pero cuando su mente pudo procesar el hecho se tranquilizo y acurrucàndose bajo las mantas se dispuso a seguir durmiendo. En ese preciso instante se escucho una leve risita. Enderezándose, ahora sì sobresaltado y medio espantado, dirigió su vista cansada hacia el espejo y descubrió un pequeño punto de luz àmbar. Buscando una explicación lógica se dijo que podría ser alguna luz que filtrándose por la ventana se reflejaba en el espejo…pero, las cortinas sobre la ventana cubrían en demasía y no permitían el paso de luz alguna. Y además la pequeña risa que había escuchado, creyò escucharla completamente en vigilia, es decir bien despierto. Se tranquilizò un poco y hasta alegrò al pensar que podría ser la muerte que, al fin, venìa por èl.
Observando atentamente la pequeña luz sobre el espejo, se percatò que esta se agrandaba poco a poco y empezaba tomar forma de cuerpo humano, con vestido largo y parecía que de color negro, el rostro denotaba belleza, ojos grandes de mirada profunda pero fría, nariz recta y pómulos bien definidos, labios bien dibujados y no muy gruesos. Saliò esta bella figura del espejo y quedose flotando al pie del lecho.
Con cierto temor preguntò - ¿Eres tu la muerte? Asumo que mi tiempo se termina y estoy listo para partir.
-No- contestò la negra figura esbozando una leve sonrisa y con voz que se escucho fría, y como con cierto eco, pero que no tenia nada de ultratumba -Yo soy quien te acompaña desde hace mucho tiempo. El mismo que llevas sufriendo y sintiendo que vives en una obscuridad total.
El escuchar èsto empezó a sentir ahora sì miedo diciendo con voz trémula y entrecortada -si tù no eres la muerte ¿entonces quièn eres? ¿què quieres?
La negra figura contestò -soy Hècate, la Señora de la Noche, la diosa de la obscuridad, y como te dije tu compañera desde hace mucho tiempo.
-Tiempo- contestò venciendo su miedo– precisamente es por eso, por el tiempo, ha sido mucho el que llevo sufriendo en plena soledad y abandono de mis seres queridos. Mis amigos hace mucho tiempo los perdí también. Por eso creo que ya es tiempo de que me valla.
-Ahora sufres por el tiempo que pasas en soledad, parece que te sobra y molesta, clamas por que tus seres queridos te dediquen un poco de tiempo ¿Y no recuerdas cuando tus seres amados te pedìan les dedicaras algo de tiempo? ¿No tù mismo piensas que tu esposa murio abrumada por la soledad debido a que no le dedicabas tiempo?
-Por eso- Dijo algo exaltado -Si ese es mi pecado ¿no crees que lo debo pagar con la muerte?
-No- dijo la señora de la noche, -no soy quièn para juzgar. Yo solo estoy para acompañarte aùn durante mucho tiempo.
-Pero… ¿y la muerte? ¿cuàndo vendrá por mi?- Preguntò con voz acongojada.
-Bueno, yo solo vengo a decirte que tienes que esperar porque… dice Thànatos que ahora para ti…no tiene tiempo.
Abriò lo ojos, la luz del sol se filtraba por la ventana. Pero… ¿no las cortinas cubrìan sobremanera e impedían…? ¿Y el espejo al frente de su cama? No existía, nunca existió.
Entonces ¿todo fue un sueño? Arrebujàndose bajo las sabanas se soltò a llorar.
Sueño o no, estaba seguro de una cosa. Aùn tenía que seguir sufriendo durante mucho tiempo.
 

MARIPOSA NEGRA

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vaya excelete relato Ruben, un ejemplo de muchos de lo que pasa cuando nos volvemos egoistas y damos el amor a cuenta gotas, tarde o temprano algo equilibra la balanza, un placer enorme leerte, besos
 
Mariposa, el placer es mio al leer (escuchar, los poetas escuchamos màs que leer) tus comentarios. Gracias por tu paso y el tiempo otorgado a este tu humilde servidor.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Derrotado, sin esperanzas ya casi al final de su camino, sintiendo las afiladas garras de la soledad desgarrándole el corazón y pidiendo a gritos el fin de su existencia. Lagrimas que parecen àcido que cae sobre su derrotado espíritu y acrecienta su dolor.
El tiempo a pasado, sus seres queridos han partido. Su amada esposa se fue hace muchos años, falleció de una enfermedad que no recordaba cuàl, pero estaba seguro que era la misma que ahora a èl le atosigaba. La cruel soledad.
Soledad, porque èl a los suyos -mirando en retrospectiva- los había tenido muy abandonados y era verdad, les había dedicado muy poco tiempo, por la causa que fuere, asì había sido.
¿Y sus hijos? Sus hijos desde que se habían ido, poco después de la muerte de su esposa, muy poco tiempo le dedicaban a èl. No tenían tiempo.
Pero parecía ser que la vida le estaba cobrando. Parecìa que el tiempo había huido de su existencia, porque hacia mucho tiempo que vivía una rutina inhumana. Revolcándose en el fango de su soledad y sufrimiento, deseos de que sus hijos le visitaran –aunque solo fuera por unos minutos- Esto era todos los días durante… No recordaba que tiempo, pero era mucho. Y asì había pasado el tiempo.
¡ Tiempo! El tiempo que èl les negara a los suyos, por muy poco que fuera , ahora clamaba por que el suyo –su tiempo- terminara.
Todos los días pedìa a Dios tuviera compasión y terminara con su tiempo. Pedìa por que el nuevo dìa no llegase para èl. Pero parecía que Dios no le escuchaba por que… Bueno, èl había abandonado durante casi toda su vida a Dios. Como en el aspecto material y profesional le iba muy bien, creyo que era por su capacidad y que no necesitaba de Èl, asì que ahora pensaba que Dios no lo necesitaba a èl.
Hasta què llegó un dìa en que… Ya se retiraba a dormir, pensando como ya era costumbre que ojala ahora sì no llegara a mañana, aunque no se sentía enfermo físicamente creía que ya era tiempo, a sus setenta y pocos años -¿pocos?- pensó. En estos momentos no recordaba exactamente cuantos. Pensò que sería bueno que en caso de no morir, le asaltara la enfermedad esa de… ¿como se llamaba? Y se sonriò para sus adentros al pensar que era seguro que se le empezaran a olvidar las cosas. Cuando menos llegarìa el momento en que ya no se acordarìa de todo lo que lo hacìa sufrir y alcanzarìa la tranquilidad que tanto deseaba. Bueno, al tiempo. Y se volvió a sonreír, últimamente pensaba mucho en el tiempo.
Al estar preparando su lecho para ya acostarse, escucho un pequeño ruido, al frente de su lecho se hallaba un gran espejo, tan grande que reflejaba casi todo el muro donde se apoyaba la cabecera de la cama. Y parecía que el ruido había salido de por allì. Pensò que era lo lógico que pasaba con todos los materiales cuando el ambiente empezaba a enfriar y no le diò mucha importancia. Apagò la lámpara de sobre el burò y se acostò a dormir.
Cuando ya el sueño se empezaba a apoderar de èl, en ese instante en que uno no se encuentra ni despierto ni dormido, el preciso instante en que cualesquier ruido por pequeño que sea se escucha exageradamente fuerte, volviò a escuchar el mismo ruido y despertándose completamente se sobresaltò un poco. De momento se preguntò que podría pasar, pero cuando su mente pudo procesar el hecho se tranquilizo y acurrucàndose bajo las mantas se dispuso a seguir durmiendo. En ese preciso instante se escucho una leve risita. Enderezándose, ahora sì sobresaltado y medio espantado, dirigió su vista cansada hacia el espejo y descubrió un pequeño punto de luz àmbar. Buscando una explicación lógica se dijo que podría ser alguna luz que filtrándose por la ventana se reflejaba en el espejo…pero, las cortinas sobre la ventana cubrían en demasía y no permitían el paso de luz alguna. Y además la pequeña risa que había escuchado, creyò escucharla completamente en vigilia, es decir bien despierto. Se tranquilizò un poco y hasta alegrò al pensar que podría ser la muerte que, al fin, venìa por èl.
Observando atentamente la pequeña luz sobre el espejo, se percatò que esta se agrandaba poco a poco y empezaba tomar forma de cuerpo humano, con vestido largo y parecía que de color negro, el rostro denotaba belleza, ojos grandes de mirada profunda pero fría, nariz recta y pómulos bien definidos, labios bien dibujados y no muy gruesos. Saliò esta bella figura del espejo y quedose flotando al pie del lecho.
Con cierto temor preguntò - ¿Eres tu la muerte? Asumo que mi tiempo se termina y estoy listo para partir.
-No- contestò la negra figura esbozando una leve sonrisa y con voz que se escucho fría, y como con cierto eco, pero que no tenia nada de ultratumba -Yo soy quien te acompaña desde hace mucho tiempo. El mismo que llevas sufriendo y sintiendo que vives en una obscuridad total.
El escuchar èsto empezó a sentir ahora sì miedo diciendo con voz trémula y entrecortada -si tù no eres la muerte ¿entonces quièn eres? ¿què quieres?
La negra figura contestò -soy Hècate, la Señora de la Noche, la diosa de la obscuridad, y como te dije tu compañera desde hace mucho tiempo.
-Tiempo- contestò venciendo su miedo– precisamente es por eso, por el tiempo, ha sido mucho el que llevo sufriendo en plena soledad y abandono de mis seres queridos. Mis amigos hace mucho tiempo los perdí también. Por eso creo que ya es tiempo de que me valla.
-Ahora sufres por el tiempo que pasas en soledad, parece que te sobra y molesta, clamas por que tus seres queridos te dediquen un poco de tiempo ¿Y no recuerdas cuando tus seres amados te pedìan les dedicaras algo de tiempo? ¿No tù mismo piensas que tu esposa murio abrumada por la soledad debido a que no le dedicabas tiempo?
-Por eso- Dijo algo exaltado -Si ese es mi pecado ¿no crees que lo debo pagar con la muerte?
-No- dijo la señora de la noche, -no soy quièn para juzgar. Yo solo estoy para acompañarte aùn durante mucho tiempo.
-Pero… ¿y la muerte? ¿cuàndo vendrá por mi?- Preguntò con voz acongojada.
-Bueno, yo solo vengo a decirte que tienes que esperar porque… dice Thànatos que ahora para ti…no tiene tiempo.
Abriò lo ojos, la luz del sol se filtraba por la ventana. Pero… ¿no las cortinas cubrìan sobremanera e impedían…? ¿Y el espejo al frente de su cama? No existía, nunca existió.
Entonces ¿todo fue un sueño? Arrebujàndose bajo las sabanas se soltò a llorar.
Sueño o no, estaba seguro de una cosa. Aùn tenía que seguir sufriendo durante mucho tiempo.


Excelente relato Ruben a veces se pide a los otros lo que uno no brinda,como en este caso que se pide tiempo en compañía cuando no se ha brindado lo mismo,la vida suele ser una calesita todo lo que va vuelve y siempre se cosecha lo que se siembra,excelente relato,un gusto leerte,gracias por compartir.
 

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