Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
En un infierno apagado
cumplió el Diablo los deseos
de un mujeriego y un briago
y también de un fumador:
Mujeres le dio al primero;
al segundo, muchos tragos,
en exceso, sí señor;
y al restante, con halagos,
cigarros al por mayor.
Cuando diez años pasaron,
Satanás volvió un buen día,
y el mujeriego y el briago
rebosaban de alegría.
En tanto que el fumador
de coraje estaba rojo,
y Lucifer preguntó
el motivo de su enojo.
Con un tono de desgarro,
aquel contestó al diablillo:
“Me dejaste los cigarros,
pero ni un solo cerillo”.