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Anécdotas de un poeta -Falseando la Historia de América

Esta noche me ha mostrado una gran amiga centroamericana, latina como se llaman a sí mismos los habitantes de Centroamérica y Sudamérica que hablan español – se conoce que los descendientes de los portugueses que habitan en Brasil no lo son porque Portugal debía ser un país del Norte de Europa, cuando también se encuentra en la península ibérica y su idioma era el latín al igual que en toda la península – Y sinceramente no sé si me daban ganas de llorar ante tanta mentira o de reírme de las sandeces que les decía un profesor compañero suyo a sus alumnos.

Según aquel individuo, les decía mientras les mostraba el funcionamiento de un gran reloj de campanario construido en España en el Siglo XII – cuando por aquellos lares se encontraban en plena Edad de Piedra por mucho que digan, sus armas eran de obsidiana y no de metal ya que lo desconocían – la Reina Isabel de Castilla envió a Colón y a sus marineros a conquistar América y a apoderarse de todo sus tesoros.

Ignoro en qué puede basarse la afirmación de ese sujeto, pero que su desconocimiento de la realidad es harto supino es bien notorio. Colón sí es posible que supiera adónde iba en realidad, de hecho hay historiadores que dicen que ya había estado anteriormente en el Continente americano, pero ni la Reina Católica ni su consorte Fernando de Aragón – que contaba con buenos asesores – tenían la menor idea de que entre el Cipango, las tierras del Gran Khan a las que había viajado Marco Polo, y las Islas Canarias existiese Continente alguno. Si lo hubiesen sospechado, ¿qué necesidad hubieran tenido de contar con un oscuro navegante genovés cuando en España lo que sobraban eran marinos curtidos en las artes de la navegación que pescaban ballenas hasta cerca del Polo Norte?

Castilla envió sus naves y empleó sus recursos económicos para trazar una ruta segura hacia China ya que los turcos habían convertido en harto azaroso el viaje por tierra y dar la vuelta a África por el Cabo de Buena Esperanza suponía un viaje muy largo. Dejemos a un lado lo de la evangelización, que también a nosotros y sobre todo a la Santísima Inquisición nos ha dado siempre por no permitir profesar a cada quisqui la Religión que le viniese en gana, pero asegurar que alguien esperase hallarse con aquel Paraíso es más falso que un Amadeo de latón. Quizá Colón sí lo supiese, como he dicho más arriba, pero tampoco lo sabía al parecer a ciencia cierta ya que llegó a confesarle a un sacerdote de La Rábida que había engañado a los Reyes en cuanto a la distancia. Es decir, que si sabía algo era más bien de oídas y andaba dando palos de ciego. Los vikingos sí eran conscientes de que existía aquel Continente, pero se guardaron mucho de irlo pregonando no fuese que otros les arrebatasen el botín y más temiendo a los españoles con los que habían contactado en los aledaños de Sevilla remontando el río Guadalquivir con sus esbeltos navíos.

El reloj en cuestión que el maestro mostraba a sus alumnos, todos ellos vestidos como los más genuinos componentes de una High School estadounidense, – oigan, ninguno llevaba la boina castellana ni la txapela casca ni siquiera la barretina catalana -, parece ser el segundo más antiguo del mundo y el primero en aquel Continente. En una época en la que en Castilla aún – y hasta no hace mucho tiempo – los campos se trabajaban con el antiguo arado romano.

Los yanquis, o moradores de los Estados Unidos porque hay muchos que siguen considerándose sudistas, por no haber inventado desde su independencia es que no han inventado nada porque hasta la bomba atómica y los cohetes espaciales estaban diseñados por científicos europeos, alemanes en su mayoría. Internet, donde Bill Gates parece ser el rey, fue creado por un inglés. Y el submarino y el helicóptero o autogiro por sendos españoles. Lo del avión de los hermanos Wright debió basarse en experimentos ya realizados en países europeos, pero ellos acertaron antes.

Total, que a cualquier niño “latino” le agradaría mucho más llamarse James, como el jugador del Real Madrid, o Peter que sus correspondientes nombres en castellano.

Pues que se lo pregunten a sus medio paisanos de México y que les contesten qué opinan de las ideas del señor Trump ése, que los quiere poner un muro de por medio para no contaminarse con su hedor a “espaldas mojadas”.

Algo que no comprenderé nunca es a qué se debe la pobreza de los países americanos, incluido México, cuando tienen tantos recursos propios. Muchos menos teníamos en España y un territorio mucho más ínfimo y por aquí pasaron desde los fenicios, los cartagineses, los romanos, los árabes, los ingleses, los alemanes y todo Cristo y cada cual se llevó lo suyo y parece ser que somos la cuarta potencia económica europea. ¿No se lo estarán llevando sus propios gobernantes y luego nos echan la culpa a los españoles? Porque en otro caso es incomprensible.

Otro día les cuento los de los trescientos hombres de Hernán Cortés que conquistaron el Imperio de Moctezuma. Hombre, valientes fueron pero me recuerdan el chiste aquél tan antiguo del que avisa que les atacaban 1003 indios: - ¿Y cómo ha podido contarlos, soldado? -.

- Pues, mi capitán, porque en cabeza vienen tres y detrás suyo unos mil. – Vamos, que si no llega a ser por los cientos de miles de aliados indígenas hartos de estar sojuzgados por los aztecas y sacrificados en sus altares el extremeño hubiera tenido que salir con el rabo entre las piernas.

¡Cosas veredes, amigo Sancho! Y a engañabobos escucharéis, amables lectores míos.
¡Hasta pronto!
 

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