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Anécdotas de un poeta - izando el rizo del absurdo

Ya no se trata solamente de la violencia machista con la que deben andarse con ojo los varones, ahora las nuevas modas alcanzan también a las madres de familia.

Hace años, no tantos, un esposo le decía a su esposa: - ¡Déjate de bobadas y no hagas más el tonto! - y aquello se consideraba si no como algo normal carente de mayor importancia. No considero que ningún hombre desease maltratar a su mujer, con la que compartía casa, lecho, comida y la educación de los hijos al dirigirle esas palabras. Por supuesto que existían los desgraciados y los canallas que sí maltrataban a su pareja física o psicológicamente, pero también existían féminas que utilizaban la misma moneda y además con mayor facilidad: La hembra de cualquier especie efectúa la coyunda con el macho que le da la gana, en tanto el macho – sobre todo el de la especie humana – necesita conquistar una pareja y en muchas ocasiones pagar por yacer con ella.

Pues ahora se lo han puesto crudo a las madres, como ya insinué al principio. Va la buena mujer, le compra un teléfono móvil a su hijo de 15 años, se preocupa por sus amistades e investiga sus conversaciones a través de wasap o sus contactos y el chaval – poseedor de unos Derechos Humanos que las nuevas Leyes progresistas han convertido en exagerados – denuncia a su madre y hay un fiscal que gasta el dinero del contribuyente en llevarla a juicio solicitando para ella la pena de nueve meses de cárcel por considerar esa actitud como malos tratos y violación de la intimidad del hijo a quien tantas veces le cambiara los pañales.

Menos mal que el Juez ha desestimado la acusación y la ha absuelto. En otro caso hubiéramos – como titulo el artículo – rizado el rizo del absurdo y de la incongruencia.

Lo que ignoro es por qué no ha propuesto que ese fiscal sea dedicado a trabajos menos intelectuales, como pegar sellos con la lengua, por ejemplo.

Seguramente a la mayoría de mis amables lectores el caso le suene absurdo y piensen que me lo he sacado de la manga, pero no que ha sucedido en Cádiz si no me equivoco que puede ser que sí.

Es indudable que el menor tiene unos derechos, pero si la que le parió y le compró el maldito artefacto ha querido controlarlo habrá sido por algo y sin duda por bien para su hijo. Que luego hablan mucho sobre que la juventud comienza a consumir alcohol y a mantener sexo a edades cada vez más temprana, cuando no a delinquir.

Durante mi educación en el Colegio Calasancio de Madrid no era infrecuente que a alguno de los profesores, sobre todo a los sacerdotes, “se les escapase la mano” ante cualquier alumno díscolo, rufián y gamberro. Más valía que no lo contases en casa porque podía ser normal que a tu padre también se le escapase mientras te decía: - ¡Algo habrás hecho cuando el cura te ha sacudido! -. Y, como escribí hace días, esa represión pudo causar algún trauma a alguno de mis compañeros pero generalmente lo que hizo fue ayudar a formarnos.

Pues bien, pasado mediodía he escuchado un debate en la Cadena COPE en el que participaban un Catedrático de Derecho y dos ilustres abogados. Cuando el Catedrático y uno de ellos han aprobado la sentencia del Juez ha saltado el otro Letrado opinando todo lo contrario y haciendo una defensa a ultranza de unos Derechos que no sé de dónde se sacaba pero que por lo visto constan en la Constitución Española. Los Derechos del Menor, creo recordar que los ha denominado.

Según ellos, un crío que no está en edad ni de votar y al que se pretende proteger de pedófilos y demás gentuza que pueden estarle solicitando fotos de contenido sexual posee el libre albedrío de hacer cuanto desee aunque esto pueda ser perjudicial para él.

¿Adónde nos lleva una sociedad que contempla como legales y buenas estas barbaridades? Pues a nada bueno, lo tengo muy claro.

Ya saben, señoras, cuando su niña de 13 años venga diciéndole que está embarazada ríale la gracia, diga: - Uno más en la familia. -, o llévela usted a comprar la “píldora del día después” si aún está a tiempo o a abortar directamente. Y si su hijo le corta la cabeza con una katana como hizo uno aguántese o reclame a nuestros políticos una vez que la hayan asesinado.

¡Hasta pronto!
 

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