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Anacrónicus

Boris Palma Díaz

Moderador del Foro Cátedra de una Nueva Poesía
Dime ¿por qué he germinado aquí, en este momento de la vida, en este lugar del espacio ajardinado y del tiempo insoslayable?
Dime ¿quién dictaminó mi presencia bajo estas sombras, mi pie sobre estos caminos y mi ilusión sobre estos senderos?
Será acaso diosa mía que Dioses superiores nos fragmentaron el corazón.
Recuerdo muy bien, incluso detalladamente cuando éramos uno solo y nuestro corazón era uno solo.
Sucedió entonces que nuestra potestad y magnificencia fue envidiada por demonios serpentinos
hasta que rayos de doble filo escupieron de sus fauces y nos dividieron.
Luego nos arrojaron (a mi primero, luego a ti) a una dimensión terrena satisfecha de adolescencias y cuerpos sin espíritu.

Se nos despojó de todo, de nuestro poder y de nuestra inmortalidad.
Nos arrastramos por el suelo hermanos con los animales, arrastramos la lengua hasta que despertó la mente y efervecio la palabra.
Hasta entonces yo no te conocía diosa mía, es que incluso nos robaron el recuerdo de nuestra anterior existencia
¡malditos días aquellos de infancia entre alegría y vívidos colores! ¡maldita tu ausencia y tu retraso!
Desde aquel día en que fui escupido y nació otro árbol desde la maravillosa arboleda,
he caminado con un corazón enfermo y mutilado. Regué tantos caminos y tantas veredas con esta sangre duradera.
Y tú, y tú mientras tanto suspendida entre la existencia e inexistencia, bosquejada por pasiones que jamás te merecieron.

¿Cuántos años pasaron? Quizás cuatro o cinco y llegaste finalmente a este mundo,
luego de caminar y caminar entre bosquejos de cuento y luna llena.

Llegaste tú, y yo sencillamente no supe nada, absolutamente nada del florecimiento de tus cabellos y el despunte de tu boca.
El viento y el aire me susurraron mil cosas al oído por aquellos años, pero nada de ti,
es que el viento sabe guardar muy bien los secretos. Ni un pájaro ni un pétalo, nadie me avisó de tu alumbramiento.
Y ambos seguimos así por la vida, como totales desconocidos inconscientes el uno del otro,
¡quién diría, quién diría diosa mía que ayer fuimos mar y hoy somos nube y océano!




No es extraño, comprenderás, que nuestros corazones sigan padeciendo.
Y no es extraño que nuestras vidas sean breves y cortas
Y no es extraño que frenéticamente quiera entrar por todos tus poros
Y no es extraño que ansiosamente quieras cederme tus abrazos y misericordias.
No es extraño, no en lo absoluto, no lo es.
Es que luego de toda esta ausencia y la demasía de esta distancia,
al fin nos reencontramos en medio del bosque, fue allí que profesaron nuestros verdosos ojos y nuestros verdosos corazones. Inmediatamente nos reconocimos, sin duda alguna eras tú y sin duda alguna era yo, sin duda alguna éramos nosotros.
Y desde aquel momento nuestras pieles tendieron entre el aire puentes subatómicos
Una red invisible de diversos colores y diversa fragancia
En ella descansaron nuestras ansias y todas nuestras pretensiones.

Juntos nuevamente como en el principio antes de las materialidades
Antes del llanto del parto, antes de ser hombres o mujeres.
Antes de caminar, volábamos y antes de hablar cantábamos
Y antes de llorar a la salida del túnel corpóreo…antes amábamos.
Pero los Dioses temerosos de la abundancia de nuestros almacenes,
nos desterraron sin saberlo a una tierra fantasmal y groseramente hermosa
donde de vez en cuando podríamos vernos y alternar entre beso y despedida.
Nos bendijeron con esta vida, pero nos maldijeron con un tiempo incierto
Y nuestro amor debió magnifica y forzosamente florecer allí
Circunstancialmente erróneo, contextualmente no apropiado
Fuera de lugar porque ningunos de estos lugares nos pertenece
Disímil pues tendríamos que ser diametralmente opuesto a lo cotidiano
Anacrónico como un profeta verdadero en falsas tierras del pecado.

Dime ¿por qué he germinado aquí, en este momento de la vida, en este lugar del espacio ajardinado y del tiempo insoslayable?
Encuéntrame en la esquina menos anunciada en una noche cualquiera
Disfrazados con nuestros cuerpos, pero desnudos como la hoja amante
Que se escapó de las trincheras.
En ese encuentro nos difuminaremos, nos suicidaremos al besarnos
Y renaceremos no aquí tenlo por seguro, si me preguntas ahora dónde volveremos a ver el alba…
Nada te diré con los labios pues los labios se han gastado
El carruaje esférico del viento nos llevará a un lugar certero
Antes del primer giro del tiempo, antes del primer grito fértil del cosmos.
 

Clavel

Miembro Conocido
Dime ¿por qué he germinado aquí, en este momento de la vida, en este lugar del espacio ajardinado y del tiempo insoslayable?
Dime ¿quién dictaminó mi presencia bajo estas sombras, mi pie sobre estos caminos y mi ilusión sobre estos senderos?
Será acaso diosa mía que Dioses superiores nos fragmentaron el corazón.
Recuerdo muy bien, incluso detalladamente cuando éramos uno solo y nuestro corazón era uno solo.
Sucedió entonces que nuestra potestad y magnificencia fue envidiada por demonios serpentinos
hasta que rayos de doble filo escupieron de sus fauces y nos dividieron.
Luego nos arrojaron (a mi primero, luego a ti) a una dimensión terrena satisfecha de adolescencias y cuerpos sin espíritu.

Se nos despojó de todo, de nuestro poder y de nuestra inmortalidad.
Nos arrastramos por el suelo hermanos con los animales, arrastramos la lengua hasta que despertó la mente y efervecio la palabra.
Hasta entonces yo no te conocía diosa mía, es que incluso nos robaron el recuerdo de nuestra anterior existencia
¡malditos días aquellos de infancia entre alegría y vívidos colores! ¡maldita tu ausencia y tu retraso!
Desde aquel día en que fui escupido y nació otro árbol desde la maravillosa arboleda,
he caminado con un corazón enfermo y mutilado. Regué tantos caminos y tantas veredas con esta sangre duradera.
Y tú, y tú mientras tanto suspendida entre la existencia e inexistencia, bosquejada por pasiones que jamás te merecieron.

¿Cuántos años pasaron? Quizás cuatro o cinco y llegaste finalmente a este mundo,
luego de caminar y caminar entre bosquejos de cuento y luna llena.

Llegaste tú, y yo sencillamente no supe nada, absolutamente nada del florecimiento de tus cabellos y el despunte de tu boca.
El viento y el aire me susurraron mil cosas al oído por aquellos años, pero nada de ti,
es que el viento sabe guardar muy bien los secretos. Ni un pájaro ni un pétalo, nadie me avisó de tu alumbramiento.
Y ambos seguimos así por la vida, como totales desconocidos inconscientes el uno del otro,
¡quién diría, quién diría diosa mía que ayer fuimos mar y hoy somos nube y océano!




No es extraño, comprenderás, que nuestros corazones sigan padeciendo.
Y no es extraño que nuestras vidas sean breves y cortas
Y no es extraño que frenéticamente quiera entrar por todos tus poros
Y no es extraño que ansiosamente quieras cederme tus abrazos y misericordias.
No es extraño, no en lo absoluto, no lo es.
Es que luego de toda esta ausencia y la demasía de esta distancia,
al fin nos reencontramos en medio del bosque, fue allí que profesaron nuestros verdosos ojos y nuestros verdosos corazones. Inmediatamente nos reconocimos, sin duda alguna eras tú y sin duda alguna era yo, sin duda alguna éramos nosotros.
Y desde aquel momento nuestras pieles tendieron entre el aire puentes subatómicos
Una red invisible de diversos colores y diversa fragancia
En ella descansaron nuestras ansias y todas nuestras pretensiones.

Juntos nuevamente como en el principio antes de las materialidades
Antes del llanto del parto, antes de ser hombres o mujeres.
Antes de caminar, volábamos y antes de hablar cantábamos
Y antes de llorar a la salida del túnel corpóreo…antes amábamos.
Pero los Dioses temerosos de la abundancia de nuestros almacenes,
nos desterraron sin saberlo a una tierra fantasmal y groseramente hermosa
donde de vez en cuando podríamos vernos y alternar entre beso y despedida.
Nos bendijeron con esta vida, pero nos maldijeron con un tiempo incierto
Y nuestro amor debió magnifica y forzosamente florecer allí
Circunstancialmente erróneo, contextualmente no apropiado
Fuera de lugar porque ningunos de estos lugares nos pertenece
Disímil pues tendríamos que ser diametralmente opuesto a lo cotidiano
Anacrónico como un profeta verdadero en falsas tierras del pecado.

Dime ¿por qué he germinado aquí, en este momento de la vida, en este lugar del espacio ajardinado y del tiempo insoslayable?
Encuéntrame en la esquina menos anunciada en una noche cualquiera
Disfrazados con nuestros cuerpos, pero desnudos como la hoja amante
Que se escapó de las trincheras.
En ese encuentro nos difuminaremos, nos suicidaremos al besarnos
Y renaceremos no aquí tenlo por seguro, si me preguntas ahora dónde volveremos a ver el alba…
Nada te diré con los labios pues los labios se han gastado
El carruaje esférico del viento nos llevará a un lugar certero
Antes del primer giro del tiempo, antes del primer grito fértil del cosmos.

Una hermosa prosa,cuantas verdades el amor mas poderoso es el del alma y florece a pesar del lugar donde nos encontremos,muy bello tu escrito,un placer leerte,un abrazo.
 
Estimado Boris Palma Díaz, ha sido un verdadero gusto pasar y dejar que la imaginación vuele por completo
y viaje con cada verso a través del tiempo y se contagie de todo el sentimiento que nos compartes!!

Abrazos sinceros!! :)


 

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