Jorge Toro
Miembro Conocido
Cuando mis huesos crujan oxidados,
la rígida columna esté curvada,
no puedan ya mis manos con un peso
y caigan estos hombros abatidos.
Cuando mis pies se arrastren vacilantes,
la mirada no vea ya el sendero,
los oídos no escuchen claros trinos
y mi pulso palpite desfasado.
Cuando ese día llegue - así no crean -
aunque muerto parezca estaré vivo.
Mas, si tengo los sueños cancelados
y mi fe sin remedio está apagada,
cínico he repudiado la esperanza
y valúo mi vida insulsa y fútil.
Mas, si aíslo mi vida de los otros,
tapono mis oídos y mi boca
y huraño, confinado en un retiro,
me margino de todas experiencias.
Cuando ese día llegue - así no crean-
aunque vivo parezca estaré muerto.
la rígida columna esté curvada,
no puedan ya mis manos con un peso
y caigan estos hombros abatidos.
Cuando mis pies se arrastren vacilantes,
la mirada no vea ya el sendero,
los oídos no escuchen claros trinos
y mi pulso palpite desfasado.
Cuando ese día llegue - así no crean -
aunque muerto parezca estaré vivo.
Mas, si tengo los sueños cancelados
y mi fe sin remedio está apagada,
cínico he repudiado la esperanza
y valúo mi vida insulsa y fútil.
Mas, si aíslo mi vida de los otros,
tapono mis oídos y mi boca
y huraño, confinado en un retiro,
me margino de todas experiencias.
Cuando ese día llegue - así no crean-
aunque vivo parezca estaré muerto.