María Ibañez
Miembro Conocido
Era colorida aquella tarde
de bailes de salón y rosas perfumadas
sus sueños se hacían carne y piel,
mientras verso y musa, enlazados en un tiempo
recorrían en espiral ese viejo recinto.
Entre sublimes melodías
nacen resplandecientes miradas
y se acercan las almas,
la sonrisa discreta tiene pies quebradizos.
La dama y el caballero danzan,
Ella, doncella floreciendo,
él, un solitario sin destino;
las manos tiemblan
bajo un arco iris de estrellas.
Era la magia la culpable
de interminables suspiros,
que se filtraban
como en cama de arena,
dos pies descalzos;
no hizo falta presentación
muchas veces se habían visto,
tal vez otras tantas se habrán soñado,
sí fue así, ninguno lo dijo.
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