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Boda real (Sonatina)



En el patio de Oriente, con los ojos de cielo
la princesa más bella acaricia su pelo;
peina bucles de oro como un rayo de sol,
se recoge unas ondas con peineta de plata
y maquilla los labios de color escarlata;
en su cara de nácar estalla el arrebol.

Usa hermosos zarcillos con adornos brillantes
y un colgante en el pecho de costosos diamantes;
el vestido exquisito, del más fino organdí,
el crepúsculo invita a moverse en cabriolas
y su cara enrojece como las amapolas,
que embellecen la hacienda cual pulido rubí.

Exhausta está la bella de los dorados rizos
en tanto que en la sala, los colores rojizos
reclinan en su rostro y hermosean la faz
de la hermosa chiquilla, la atildada princesa,
la que tiene en sus labios el color de frambuesa,
la que busca el sosiego y no encuentra la paz.

Pasea pensativa entre la rosaleda,
mientras sueña despierta, y en su cara de seda
se dibuja la risa, se dibuja el rubor,
al pensar en el barco que flota por los mares
sorteando las olas con olor de azahares
llegará presuroso su misterioso amor.

También mira la luna de nácar refulgente,
infinitas estrellas le coronan la frente
y el lucero se asoma aún en la noche azul
y en su joven semblante se percibe la risa
y un festín de cabriolas con alegre sonrisa
alza al cielo el vestido, vaporoso de tul.

Vestida va de raso, la dama que la cuida
y en sus manos sedosas la noticia se anida,
se aproxima tu amado por los mares del Sur
el jazmín, los narcisos, las petunias, las rosas
lucen esculturales, agraciadas, hermosas
mientras que la mañana despierta en el albur.

Tumbada en el sofá se acomoda dispuesta,
a reposar tranquila, mientras en la floresta
colorean las rosas como en mayo y abril.
Soñolienta se bebe del instante sus mieles,
abrazada al diván de vistosos claveles
jazmines nacarados y perlas de marfil.

En porcelana china, tazas de té se ofrecen
haciendo las delicias de cuantos comparecen
la princesa y el príncipe de la corte imperial;
y sellan el festín con miradas y besos
arrumacos y mimos, zalemas, embesos,
se da por concluída esta boda real.

Chelo Álvarez

 

José Luis Blázquez

JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
Precioso poema, con exhaustiva descripción de todo lo que suele acompañar a una boda real. En el penúltimo verso, parece que querías decir "embelesos", porque si no, se quedaría corto de sílabas.

Un abrazo.
 

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