Justamente en eso mismo estamos Padre, Madre y yo sentados, respirando y leyendo nuestros versos, ellos en su turno, yo en el mío les traduzco.
Ese momento del día en que deseamos conocer poesía, nos unimos de distintas partes del mundo, conocer extrañas tristezas y alegrías de personas lejanas, que acompañan nuestras horas.