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Canto a mi patria

Yan

Miembro Conocido



Oscuras nubes de porcelana;
hablilla de arcilla y lágrimas;
redondeces de aves trepadoras en el horizonte;
amanecer dulce de quien siembra sueños.
En las playas solitarias donde nacen los palmares
abrazados por el imperio de un sol que derrite espumas,

cantan las lavanderas al ritmo de su piel calcina.
Y en los caminos sin bruma, el viento pregonero
despeina las hojas de los matapalos dormidos;
las orquídeas y los claveles entumecidos de rocío

besan la tierra con música de pétalos.
Y la alegría no da tregua a los sinsabores de las penas;
el hombre ara la tierra con el sudor que resbala
de su esperanza campestre.

Paren luces de las tinieblas haciendo vacilar
las sombras que mudas quedan ante la adusta luna
que blanquea el cielo, mientras se escucha el grito
de una mulata parturienta y llega otra vida al alba.

¡Qué silencio rueda por las calles de Caracas,
Mérida o Cumaná!
Será que los muertos no tienen patria porque
se la fusilaron antes de teñir las campanas;
quedan sus voces ahogadas en equívocos reclamos
con la fe de haber encontrado un lugar donde puedan llevar su bandera.
Allá en Maracaibo dicen que existieron bardos de la talla
de María Calcaño, Udón Pérez y José Ramón Yépez;
prefiero arrimarme a sus plumas a ver si mañana
logro ser poetisa con soles como aquellos vates que supieron
mirar sus adentros con estrofas geniales y amores por sus lares.

Trémulas callan las garzas cuando la tarde desmaya en los fogones
y los niños buscan el pan que aún no llega de la mano frágil que trabaja
sin descanso para alimentar lo próximo.
Los forasteros dejan su pasado colgado en los noctámbulos recuerdos,
tornan rezando porque no llueva, haciendo su destino
de llanto, luego invocan no ser recibidos en el cielo de los desencantos.

Sobre las lenguas del viento crecen los miedos y los rayos que curvan
el firmamento remecen los anhelos de aquellos que creen tener
la patria en sus venas, carcomidas por las mentiras.
En los antiguos campos petroleros las aves cantan
con sus alas izadas y guardan en sus plumas los años de una supuesta democracia.
En boga anda el rojo de la sangre, la que se derrama entre los brazos
de la madre que pierde al hijo sin antes nombrarle.
¿Dónde está la fortuna de los que aman las libertades;
aquella por la que Miranda, Páez y Bolívar se desgarraron sus rodillas?

Al mirar la lejanía una semblanza de cañones y lanzas se dibuja en lontananza
y me siento inmigrante entre las arenas que han visto mis raíces.
Tétrica aurora le espera bajo la franja de la inocencia a una Venezuela
que solo ayer fue un crisol en América.



 

LeticiaM

Miembro Conocido



Oscuras nubes de porcelana;
hablilla de arcilla y lágrimas;
redondeces de aves trepadoras en el horizonte;
amanecer dulce de quien siembra sueños.
En las playas solitarias donde nacen los palmares
abrazados por el imperio de un sol que derrite espumas,

cantan las lavanderas al ritmo de su piel calcina.
Y en los caminos sin bruma, el viento pregonero
despeina las hojas de los matapalos dormidos;
las orquídeas y los claveles entumecidos de rocío

besan la tierra con música de pétalos.
Y la alegría no da tregua a los sinsabores de las penas;
el hombre ara la tierra con el sudor que resbala
de su esperanza campestre.

Paren luces de las tinieblas haciendo vacilar
las sombras que mudas quedan ante la adusta luna
que blanquea el cielo, mientras se escucha el grito
de una mulata parturienta y llega otra vida al alba.

¡Qué silencio rueda por las calles de Caracas,
Mérida o Cumaná!
Será que los muertos no tienen patria porque
se la fusilaron antes de teñir las campanas;
quedan sus voces ahogadas en equívocos reclamos
con la fe de haber encontrado un lugar donde puedan llevar su bandera.
Allá en Maracaibo dicen que existieron bardos de la talla
de María Calcaño, Udón Pérez y José Ramón Yépez;
prefiero arrimarme a sus plumas a ver si mañana
logro ser poetisa con soles como aquellos vates que supieron
mirar sus adentros con estrofas geniales y amores por sus lares.

Trémulas callan las garzas cuando la tarde desmaya en los fogones
y los niños buscan el pan que aún no llega de la mano frágil que trabaja
sin descanso para alimentar lo próximo.
Los forasteros dejan su pasado colgado en los noctámbulos recuerdos,
tornan rezando porque no llueva, haciendo su destino
de llanto, luego invocan no ser recibidos en el cielo de los desencantos.

Sobre las lenguas del viento crecen los miedos y los rayos que curvan
el firmamento remecen los anhelos de aquellos que creen tener
la patria en sus venas, carcomidas por las mentiras.
En los antiguos campos petroleros las aves cantan
con sus alas izadas y guardan en sus plumas los años de una supuesta democracia.
En boga anda el rojo de la sangre, la que se derrama entre los brazos
de la madre que pierde al hijo sin antes nombrarle.
¿Dónde está la fortuna de los que aman las libertades;
aquella por la que Miranda, Páez y Bolívar se desgarraron sus rodillas?

Al mirar la lejanía una semblanza de cañones y lanzas se dibuja en lontananza
y me siento inmigrante entre las arenas que han visto mis raíces.
Tétrica aurora le espera bajo la franja de la inocencia a una Venezuela
que solo ayer fue un crisol en América.




Tristeza produce ver lo que acontece en tan bella patria,tu poema sensibiliza el sentir humano,preciosidad en tus versos,cariños.
 

MARIPOSA NEGRA

********
maravilloso tema Yaneth, un canto de tristeza del corazón que ama su tierra y se desangra ante la destrucción que en ella se deja caer, un placer enorme leerte, besos
 

Yan

Miembro Conocido
Saludos mi querida amiga, agradecida por la bella gentileza. Besos con cariño.
 

Yan

Miembro Conocido
Infinitamente agradecida mi querida Mariposa. Un placer tu presencia. Gracias. Besos con cariño. Saludos.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO



Oscuras nubes de porcelana;
hablilla de arcilla y lágrimas;
redondeces de aves trepadoras en el horizonte;
amanecer dulce de quien siembra sueños.
En las playas solitarias donde nacen los palmares
abrazados por el imperio de un sol que derrite espumas,

cantan las lavanderas al ritmo de su piel calcina.
Y en los caminos sin bruma, el viento pregonero
despeina las hojas de los matapalos dormidos;
las orquídeas y los claveles entumecidos de rocío

besan la tierra con música de pétalos.
Y la alegría no da tregua a los sinsabores de las penas;
el hombre ara la tierra con el sudor que resbala
de su esperanza campestre.

Paren luces de las tinieblas haciendo vacilar
las sombras que mudas quedan ante la adusta luna
que blanquea el cielo, mientras se escucha el grito
de una mulata parturienta y llega otra vida al alba.

¡Qué silencio rueda por las calles de Caracas,
Mérida o Cumaná!
Será que los muertos no tienen patria porque
se la fusilaron antes de teñir las campanas;
quedan sus voces ahogadas en equívocos reclamos
con la fe de haber encontrado un lugar donde puedan llevar su bandera.
Allá en Maracaibo dicen que existieron bardos de la talla
de María Calcaño, Udón Pérez y José Ramón Yépez;
prefiero arrimarme a sus plumas a ver si mañana
logro ser poetisa con soles como aquellos vates que supieron
mirar sus adentros con estrofas geniales y amores por sus lares.

Trémulas callan las garzas cuando la tarde desmaya en los fogones
y los niños buscan el pan que aún no llega de la mano frágil que trabaja
sin descanso para alimentar lo próximo.
Los forasteros dejan su pasado colgado en los noctámbulos recuerdos,
tornan rezando porque no llueva, haciendo su destino
de llanto, luego invocan no ser recibidos en el cielo de los desencantos.

Sobre las lenguas del viento crecen los miedos y los rayos que curvan
el firmamento remecen los anhelos de aquellos que creen tener
la patria en sus venas, carcomidas por las mentiras.
En los antiguos campos petroleros las aves cantan
con sus alas izadas y guardan en sus plumas los años de una supuesta democracia.
En boga anda el rojo de la sangre, la que se derrama entre los brazos
de la madre que pierde al hijo sin antes nombrarle.
¿Dónde está la fortuna de los que aman las libertades;
aquella por la que Miranda, Páez y Bolívar se desgarraron sus rodillas?

Al mirar la lejanía una semblanza de cañones y lanzas se dibuja en lontananza
y me siento inmigrante entre las arenas que han visto mis raíces.
Tétrica aurora le espera bajo la franja de la inocencia a una Venezuela
que solo ayer fue un crisol en América.




Yaneth vas dibujando en tus versos el dolor de todo un pueblo,la excelencia de tu patria , tu amor y tu dolor por ella,es un poema maravilloso profundo y que llega al alma,un verdadero canto a la Patria,hermoso poema amiga,gracias por compartir,un beso grande.
 

Yan

Miembro Conocido
Gracias a ti por estar mi querida Sandrita, un honor. Agradecida. Besos con mucho cariño.
 

Yan

Miembro Conocido
Saludos mi querido Javier, infinitamente agradecida por la bella gentileza. Besos con cariño.
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,



Oscuras nubes de porcelana;
hablilla de arcilla y lágrimas;
redondeces de aves trepadoras en el horizonte;
amanecer dulce de quien siembra sueños.
En las playas solitarias donde nacen los palmares
abrazados por el imperio de un sol que derrite espumas,

cantan las lavanderas al ritmo de su piel calcina.
Y en los caminos sin bruma, el viento pregonero
despeina las hojas de los matapalos dormidos;
las orquídeas y los claveles entumecidos de rocío

besan la tierra con música de pétalos.
Y la alegría no da tregua a los sinsabores de las penas;
el hombre ara la tierra con el sudor que resbala
de su esperanza campestre.

Paren luces de las tinieblas haciendo vacilar
las sombras que mudas quedan ante la adusta luna
que blanquea el cielo, mientras se escucha el grito
de una mulata parturienta y llega otra vida al alba.

¡Qué silencio rueda por las calles de Caracas,
Mérida o Cumaná!
Será que los muertos no tienen patria porque
se la fusilaron antes de teñir las campanas;
quedan sus voces ahogadas en equívocos reclamos
con la fe de haber encontrado un lugar donde puedan llevar su bandera.
Allá en Maracaibo dicen que existieron bardos de la talla
de María Calcaño, Udón Pérez y José Ramón Yépez;
prefiero arrimarme a sus plumas a ver si mañana
logro ser poetisa con soles como aquellos vates que supieron
mirar sus adentros con estrofas geniales y amores por sus lares.

Trémulas callan las garzas cuando la tarde desmaya en los fogones
y los niños buscan el pan que aún no llega de la mano frágil que trabaja
sin descanso para alimentar lo próximo.
Los forasteros dejan su pasado colgado en los noctámbulos recuerdos,
tornan rezando porque no llueva, haciendo su destino
de llanto, luego invocan no ser recibidos en el cielo de los desencantos.

Sobre las lenguas del viento crecen los miedos y los rayos que curvan
el firmamento remecen los anhelos de aquellos que creen tener
la patria en sus venas, carcomidas por las mentiras.
En los antiguos campos petroleros las aves cantan
con sus alas izadas y guardan en sus plumas los años de una supuesta democracia.
En boga anda el rojo de la sangre, la que se derrama entre los brazos
de la madre que pierde al hijo sin antes nombrarle.
¿Dónde está la fortuna de los que aman las libertades;
aquella por la que Miranda, Páez y Bolívar se desgarraron sus rodillas?

Al mirar la lejanía una semblanza de cañones y lanzas se dibuja en lontananza
y me siento inmigrante entre las arenas que han visto mis raíces.
Tétrica aurora le espera bajo la franja de la inocencia a una Venezuela
que solo ayer fue un crisol en América.




Yaneth
Tu poesía es profundamente sentida, en ella encuentro el paisaje desolador de una Venezuela que hoy atraviesa una situación tan delicada, en donde la democracia está lacerada...Los ecuatorianos compartimos con ustedes unas mismas raíces, tenemos un mismo padre libertador y por eso nos duele en el alma todo lo que está sucediendo...ojalá vengan mejores días y las letras hoy teñidas de llanto, hambre y sangre, puedan brillar con los albores de un nuevo día.
Te felicito por tus letras que conmueven.
Un abrazo grande
Ana
 

Yan

Miembro Conocido
Saludos mi querida Cisne, gracias por el honor. Venezuela merece un camino más saludable en todos los sentidos y espero que pronto se logre encontrar por la paz y el bien del pueblo. Agradecida. Besos con cariño.
 

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