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Carta a una amiga

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No tardes en escribirme, yo te espero en el asfalto
donde la vida no es vida, solo trabajo y trabajo.
Llegar a casa de noche y levantarse temprano
pensar en la producción y ambientes polucionados.


Donde la amistad no existe, donde la envidia y el odio
tienen un lugar tan alto, que resulta una osadía
tratar de evitar su lazo.


Las viviendas no son casas, son edificios colmena
con gente incomunicada ocultando sus problemas.
Aquí se da preferencia a ese tráfico rodado
que envenena con su aliento y ruido desorbitado.


Tú, tan lejos, en el campo, vives la naturaleza,
y es posible que hasta pienses
que esto lo ven mis rarezas.


Que no veo las cosas claras, que me siento influenciado.
Pero no, yo te aseguro, que todo lo que te digo
es cierto, que está muy claro


Que aquí somos como fieras, que existe tal egoísmo,
que en vez de pensar en alguien
piensan tan solo en sí mismos.


Queda una rara esperanza por despertar del letargo
en el que estamos metidos los que la ciudad habitamos.
Esto es civilización, estos son los adelantos.
ruidos, coches, maquinaria, es la jungla del semáforo.


Escríbeme, por favor, mándame en sobre cerrado
un poquito de ilusión, algo del tiempo olvidado,
recuérdame a mis amigos, sí, ya sé que eso es pasado,
pero ya no hay más salida que buscar calor humano.


Hace falta comprensión, tener paz, ir más despacio,
porque esta odiosa ambición los nervios han desatado.
Esta forma de vivir, este ritmo que llevamos,
tan solo se la merecen los engendros programados.

Y no existe nada puro, todo es tan disimulado,
que ese cielo que tú ves aquí solo imaginamos.
Todo es humo, todo es ruido y los días de descanso
sirven para hacer mayor este trauma de fracaso.


Levantarte de la cama y ver el sol cotidiano,
que aquí casi no se ve y ahí es tan limpio y tan claro.
No es en nada comparable este ritmo sin descanso,
donde todo es ajetreo y está todo putrefacto.


Con esa vida tranquila, con el sano olor a campo,
donde las cosas se aprecian y el equilibrio es exacto.
Que esto no es vida, te digo, que a mí a veces me da asco,
y es solo por ambición que consigo superarlo.


Todo es tan indiferente, está todo tan viciado,
que si tuviera valor lo dejaba todo a un lado.
Y me marchaba contigo para ver crecer los campos
y así poder contemplar de vez en cuando algún árbol.


Escríbeme, por favor, dame el mensaje prosado
que me devuelva el aliento para seguir peleando.


Porque me falta interés y ya me siento cansado
No quisiera que este verso pareciera un epitafio.
Todavía sé lo que quiero, aún creo saber lo que hago,
no quisiera terminar siendo un ente “maquinario”.


A veces, querida amiga, estoy tan desanimado
que ni tus cartas consiguen ausentarme del asfalto.
Que esto no es vida, te digo y si no estuviera atado,
no me vería como ahora en esta jaula encerrado.


Antonio Jurado - ESPAÑA
© Derechos reservados
1985​
 
Dibujas la jungla de la ciudad y el maldito mecanismo de subsistencia que nos provee el sistema mercantilista que nos absorbió.

Cuántos quisiéramos llevar una vida sana y el paraíso de campo... No tenemos los malditos recursos o nos dedicamos a la inútil búsqueda de dinero y más dinero... hasta el final, sin realmente vivir.

Buen escrito.

Un abrazo.
 

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