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Cascada crepuscular





CASCADA CREPUSCULAR


Aquiétame el silencio,
aquiétame esta cascada crepuscular
que baja por mis ventanas,
parece un chispazo de melodías
desgarrada de tiempos añosos,
de aquella alameda infinita
que dividió el poniente y el oriente
de todas mi aves,
aún las recuerdo,
las hice mía cuando dormían
bajo los aleros matutinos y vespertinos
de una era ufana,
de una era opuesta al semblante pálido
de esta luna consternada y silente,
entonces vigía remota de mis latidos,
de mis huellas indelebles
y de cada uno de los suspiros
que deposité
sobre el filón de las tantas auroras
que enguantaron mis dedos,
aún recuerdo aquellas avecillas
que yacían dormidas,
las guardé en mi vientre
y las hice mía,
cuando todo era diáfano y perenne,
como el agua de la vertiente,
que alguna vez,
enjuagó mis lágrimas de primavera
y que pulió pacientemente
las piedras que me arrojó el destino.

Aquiétame amor mío,
aquiétame la memoria de esta noche,
donde yacen los restos de sol
y que mis manos profanan,
buscando retazos
de reliquias lisonjeras
¡ay amor!
aquellas me fueron expropiadas
por insolentes y nefastos vientos
que poblaron de inviernos
mi cuerpo errante y silente.

Aquiétame,
y recorta las alas de las sombras
que oscurecen los piñones de mis ojos,
aquiétame
y deja que los nardos de tu piel
perfumen la fecunda plegaria
de esta noche
tremendamente infinita.


Myriam Riveros Navarro ( Myrina )
14 de Enero del 2014
Valparaíso – Chile.





 
Hermosa cascada crepuscular, versos que vuelan libres por un cielo azul de luminica inspiración, ha sido un placer disfrutar de tan hermosa poesía, mis saludos cordiales para ti Myrina ; )
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO






CASCADA CREPUSCULAR


Aquiétame el silencio,
aquiétame esta cascada crepuscular
que baja por mis ventanas,
parece un chispazo de melodías
desgarrada de tiempos añosos,
de aquella alameda infinita
que dividió el poniente y el oriente
de todas mi aves,
aún las recuerdo,
las hice mía cuando dormían
bajo los aleros matutinos y vespertinos
de una era ufana,
de una era opuesta al semblante pálido
de esta luna consternada y silente,
entonces vigía remota de mis latidos,
de mis huellas indelebles
y de cada uno de los suspiros
que deposité
sobre el filón de las tantas auroras
que enguantaron mis dedos,
aún recuerdo aquellas avecillas
que yacían dormidas,
las guardé en mi vientre
y las hice mía,
cuando todo era diáfano y perenne,
como el agua de la vertiente,
que alguna vez,
enjuagó mis lágrimas de primavera
y que pulió pacientemente
las piedras que me arrojó el destino.

Aquiétame amor mío,
aquiétame la memoria de esta noche,
donde yacen los restos de sol
y que mis manos profanan,
buscando retazos
de reliquias lisonjeras
¡ay amor!
aquellas me fueron expropiadas
por insolentes y nefastos vientos
que poblaron de inviernos
mi cuerpo errante y silente.

Aquiétame,
y recorta las alas de las sombras
que oscurecen los piñones de mis ojos,
aquiétame
y deja que los nardos de tu piel
perfumen la fecunda plegaria
de esta noche
tremendamente infinita.


Myriam Riveros Navarro ( Myrina )
14 de Enero del 2014
Valparaíso – Chile.







Hermosos versos de gran belleza y profundidad bellamente entregados,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
Indudablemente un hermoso poema, pleno de preciosas imágenes que engalanan el sentimiento y la intensidad del mismo. Un saludo, poetisa.
 
Hermosa cascada crepuscular, versos que vuelan libres por un cielo azul de luminica inspiración, ha sido un placer disfrutar de tan hermosa poesía, mis saludos cordiales para ti Myrina ; )
Gracias caracolinha por dejar tu bella huellita en mi Cascada Crepuscular y tus cordiales saludos..
Cariños y remuacssssssssssss
 






CASCADA CREPUSCULAR


Aquiétame el silencio,
aquiétame esta cascada crepuscular
que baja por mis ventanas,
parece un chispazo de melodías
desgarrada de tiempos añosos,
de aquella alameda infinita
que dividió el poniente y el oriente
de todas mi aves,
aún las recuerdo,
las hice mía cuando dormían
bajo los aleros matutinos y vespertinos
de una era ufana,
de una era opuesta al semblante pálido
de esta luna consternada y silente,
entonces vigía remota de mis latidos,
de mis huellas indelebles
y de cada uno de los suspiros
que deposité
sobre el filón de las tantas auroras
que enguantaron mis dedos,
aún recuerdo aquellas avecillas
que yacían dormidas,
las guardé en mi vientre
y las hice mía,
cuando todo era diáfano y perenne,
como el agua de la vertiente,
que alguna vez,
enjuagó mis lágrimas de primavera
y que pulió pacientemente
las piedras que me arrojó el destino.

Aquiétame amor mío,
aquiétame la memoria de esta noche,
donde yacen los restos de sol
y que mis manos profanan,
buscando retazos
de reliquias lisonjeras
¡ay amor!
aquellas me fueron expropiadas
por insolentes y nefastos vientos
que poblaron de inviernos
mi cuerpo errante y silente.

Aquiétame,
y recorta las alas de las sombras
que oscurecen los piñones de mis ojos,
aquiétame
y deja que los nardos de tu piel
perfumen la fecunda plegaria
de esta noche
tremendamente infinita.


Myriam Riveros Navarro ( Myrina )
14 de Enero del 2014
Valparaíso – Chile.





MYRINA

¡Cómo suspiran hasta ahora las auroras!

¡Ay amor!

¡Qué maravillosas reliquias lisonjeras!

Abrazos y besos desde mi balcón quiteño
de geranios multicromáticos,

Guillermo
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,






CASCADA CREPUSCULAR


Aquiétame el silencio,
aquiétame esta cascada crepuscular
que baja por mis ventanas,
parece un chispazo de melodías
desgarrada de tiempos añosos,
de aquella alameda infinita
que dividió el poniente y el oriente
de todas mi aves,
aún las recuerdo,
las hice mía cuando dormían
bajo los aleros matutinos y vespertinos
de una era ufana,
de una era opuesta al semblante pálido
de esta luna consternada y silente,
entonces vigía remota de mis latidos,
de mis huellas indelebles
y de cada uno de los suspiros
que deposité
sobre el filón de las tantas auroras
que enguantaron mis dedos,
aún recuerdo aquellas avecillas
que yacían dormidas,
las guardé en mi vientre
y las hice mía,
cuando todo era diáfano y perenne,
como el agua de la vertiente,
que alguna vez,
enjuagó mis lágrimas de primavera
y que pulió pacientemente
las piedras que me arrojó el destino.

Aquiétame amor mío,
aquiétame la memoria de esta noche,
donde yacen los restos de sol
y que mis manos profanan,
buscando retazos
de reliquias lisonjeras
¡ay amor!
aquellas me fueron expropiadas
por insolentes y nefastos vientos
que poblaron de inviernos
mi cuerpo errante y silente.

Aquiétame,
y recorta las alas de las sombras
que oscurecen los piñones de mis ojos,
aquiétame
y deja que los nardos de tu piel
perfumen la fecunda plegaria
de esta noche
tremendamente infinita.


Myriam Riveros Navarro ( Myrina )
14 de Enero del 2014
Valparaíso – Chile.






Myrina
Bellisimo versar el que nos compartes.
Felicitaciones y un abrazo con cariño.
Ana
 

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