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Celestina de los siete velos








CELESTINA DE LOS SIETE VELOS



¡Oh comarca divina!

es la hora en que mi pecho

se regocija con las melodías de mis silencios,

es la hora del coito de los confines,

la hora fecunda de la primavera,

donde los óvulos de fuego

se funden con el polen acuoso de tus pistilos,

entonces

de los mástiles torrentosos de tus veleros

emergen rosáceas y púrpuras acuarelas

¡Oh madre mía!

al unísono se cristalizan

los valles de mis ojos

y se santiguan

los antiguos himnos de mi pecho costero.

¡Oh Diosa!

celestina de los siete velos,

ya anochecen las ondinas de tus cabellos

y en tu ropaje nocturno

se anclan todas las aves de la inmensidad.

¡Oh dulce cerúlea!

espejo de ojos marineros,

navío de poemas olvidados,

sinfonía de amantes pasajeros

¿Dime cuántas peregrinas gaviotas

derramaron sus pétalos

sobre los cántaros de tu vientre?

¿Dime cuántas caracolas recitan tu canto eterno?

¡Háblame de aquella deidad

que trenza de sargazos tus dedos

y de aquellos vientos que besan

las llagas de las almas impuras y etéreas!

¡Oh rosa marina!

cuando escapas hacia el poniente,

tu nívea enagua

parece un relamido fantasmal

que se desvanece poco a poco

sobre el lienzo húmedo de un eterno beso,

también pareces una golondrina herida

que va dejando retazos de alas

sobre los precipicios del viento salino,

o al conjuro de un pescador errante

o al llanto de un niño perdido,

otras veces,

otras veces te pareces a él;

bálsamo, espuma

y horizonte inmortal de mi destino,

de mi palma,

de mis pies

y de mis versos cansados.



Myriam Riveros Navarro (Myrina)

14 de Junio del 2015.

Valparaíso – Chile.





 
Última edición:









CELESTINA DE LOS SIETE VELOS



¡Oh comarca divina!

es la hora en que mi pecho

se regocija con las melodías de mis silencios,

es la hora del coito de los confines,

la hora fecunda de la primavera,

donde los óvulos de fuego

se funden con el polen acuoso de tus pistilos,

entonces

de los mástiles torrentosos de tus veleros

emergen rosáceas y púrpuras acuarelas

¡Oh madre mía!

al unísono se cristalizan

los valles de mis ojos

y se santiguan

los antiguos himnos de mi pecho costero.

¡Oh Diosa!

celestina de los siete velos,

ya anochecen las ondinas de tus cabellos

y en tu ropaje nocturno

se anclan todas las aves de la inmensidad.

¡Oh dulce cerúlea!

espejo de ojos marineros,

navío de poemas olvidados,

sinfonía de amantes pasajeros

¿Dime cuántas peregrinas gaviotas

derramaron sus pétalos

sobre los cántaros de tu vientre?

¿Dime cuántas caracolas recitan tu canto eterno?

¡Háblame de aquella deidad

que trenza de sargazos tus dedos

y de aquellos vientos que besan

las llagas de las almas impuras y etéreas!

¡Oh rosa marina!

cuando escapas hacia el poniente,

tu nívea enagua

parece un relamido fantasmal

que se desvanece poco a poco

sobre el lienzo húmedo de un eterno beso,

también pareces una golondrina herida

que va dejando retazos de alas

sobre los precipicios del viento salino,

o al conjuro de un pescador errante

o al llanto de un niño perdido,

otras veces,

otras veces te pareces a él;

bálsamo, espuma

y horizonte inmortal de mi destino,

de mi palma,

de mis pies

y de mis versos cansados.



Myriam Riveros Navarro (Myrina)

14 de Junio del 2015.

Valparaíso – Chile.





MYRINA

¡Cómo espera la primavera
la hora fecunda de los silencios!

¡Qué inmortales pétalos,
bálsamo para tu pescador errante!

Guillermo.

 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO









CELESTINA DE LOS SIETE VELOS




¡Oh comarca divina!


es la hora en que mi pecho


se regocija con las melodías de mis silencios,

es la hora del coito de los confines,

la hora fecunda de la primavera,

donde los óvulos de fuego

se funden con el polen acuoso de tus pistilos,

entonces

de los mástiles torrentosos de tus veleros

emergen rosáceas y púrpuras acuarelas

¡Oh madre mía!

al unísono se cristalizan

los valles de mis ojos

y se santiguan

los antiguos himnos de mi pecho costero.

¡Oh Diosa!

celestina de los siete velos,

ya anochecen las ondinas de tus cabellos

y en tu ropaje nocturno

se anclan todas las aves de la inmensidad.

¡Oh dulce cerúlea!

espejo de ojos marineros,

navío de poemas olvidados,

sinfonía de amantes pasajeros

¿Dime cuántas peregrinas gaviotas

derramaron sus pétalos

sobre los cántaros de tu vientre?

¿Dime cuántas caracolas recitan tu canto eterno?

¡Háblame de aquella deidad

que trenza de sargazos tus dedos

y de aquellos vientos que besan

las llagas de las almas impuras y etéreas!

¡Oh rosa marina!

cuando escapas hacia el poniente,

tu nívea enagua

parece un relamido fantasmal

que se desvanece poco a poco


sobre el lienzo húmedo de un eterno beso,

también pareces una golondrina herida

que va dejando retazos de alas

sobre los precipicios del viento salino,

o al conjuro de un pescador errante

o al llanto de un niño perdido,

otras veces,

otras veces te pareces a él;

bálsamo, espuma

y horizonte inmortal de mi destino,

de mi palma,

de mis pies

y de mis versos cansados.




Myriam Riveros Navarro (Myrina)

14 de Junio del 2015.


Valparaíso – Chile.







Una belleza de poema en donde las metáforas nos van llevando por un mágico rumbo,precioso poema,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
MYRINA

¡Cómo espera la primavera
la hora fecunda de los silencios!

¡Qué inmortales pétalos,
bálsamo para tu pescador errante!

Guillermo.

Guillermo querido, mi poeta y caballero de los mil geranios, agradezco desde la profundidad de mi pecho, tu siempre e importante huellita en mi Celestina de los siete velos.
Todo mi cariño para tí, con un gran super hiper remuacsssssssssss.:eek::eek:
 









CELESTINA DE LOS SIETE VELOS




¡Oh comarca divina!


es la hora en que mi pecho


se regocija con las melodías de mis silencios,

es la hora del coito de los confines,

la hora fecunda de la primavera,

donde los óvulos de fuego

se funden con el polen acuoso de tus pistilos,

entonces

de los mástiles torrentosos de tus veleros

emergen rosáceas y púrpuras acuarelas

¡Oh madre mía!

al unísono se cristalizan

los valles de mis ojos

y se santiguan

los antiguos himnos de mi pecho costero.

¡Oh Diosa!

celestina de los siete velos,

ya anochecen las ondinas de tus cabellos

y en tu ropaje nocturno

se anclan todas las aves de la inmensidad.

¡Oh dulce cerúlea!

espejo de ojos marineros,

navío de poemas olvidados,

sinfonía de amantes pasajeros

¿Dime cuántas peregrinas gaviotas

derramaron sus pétalos

sobre los cántaros de tu vientre?

¿Dime cuántas caracolas recitan tu canto eterno?

¡Háblame de aquella deidad

que trenza de sargazos tus dedos

y de aquellos vientos que besan

las llagas de las almas impuras y etéreas!

¡Oh rosa marina!

cuando escapas hacia el poniente,

tu nívea enagua

parece un relamido fantasmal

que se desvanece poco a poco


sobre el lienzo húmedo de un eterno beso,

también pareces una golondrina herida

que va dejando retazos de alas

sobre los precipicios del viento salino,

o al conjuro de un pescador errante

o al llanto de un niño perdido,

otras veces,

otras veces te pareces a él;

bálsamo, espuma

y horizonte inmortal de mi destino,

de mi palma,

de mis pies

y de mis versos cansados.




Myriam Riveros Navarro (Myrina)

14 de Junio del 2015.


Valparaíso – Chile.







Bello poema
que nutre el sentir,
un fuerte abrazo.
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,









CELESTINA DE LOS SIETE VELOS




¡Oh comarca divina!


es la hora en que mi pecho


se regocija con las melodías de mis silencios,

es la hora del coito de los confines,

la hora fecunda de la primavera,

donde los óvulos de fuego

se funden con el polen acuoso de tus pistilos,

entonces

de los mástiles torrentosos de tus veleros

emergen rosáceas y púrpuras acuarelas

¡Oh madre mía!

al unísono se cristalizan

los valles de mis ojos

y se santiguan

los antiguos himnos de mi pecho costero.

¡Oh Diosa!

celestina de los siete velos,

ya anochecen las ondinas de tus cabellos

y en tu ropaje nocturno

se anclan todas las aves de la inmensidad.

¡Oh dulce cerúlea!

espejo de ojos marineros,

navío de poemas olvidados,

sinfonía de amantes pasajeros

¿Dime cuántas peregrinas gaviotas

derramaron sus pétalos

sobre los cántaros de tu vientre?

¿Dime cuántas caracolas recitan tu canto eterno?

¡Háblame de aquella deidad

que trenza de sargazos tus dedos

y de aquellos vientos que besan

las llagas de las almas impuras y etéreas!

¡Oh rosa marina!

cuando escapas hacia el poniente,

tu nívea enagua

parece un relamido fantasmal

que se desvanece poco a poco


sobre el lienzo húmedo de un eterno beso,

también pareces una golondrina herida

que va dejando retazos de alas

sobre los precipicios del viento salino,

o al conjuro de un pescador errante

o al llanto de un niño perdido,

otras veces,

otras veces te pareces a él;

bálsamo, espuma

y horizonte inmortal de mi destino,

de mi palma,

de mis pies

y de mis versos cansados.




Myriam Riveros Navarro (Myrina)

14 de Junio del 2015.


Valparaíso – Chile.






Muy bello poema en donde se levanta la Celestina de los siete velos.
Felicitaciones Myrina por este trabajo poético
Un abrazo con cariño
Ana
 

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