Tu me dejaste un poso...
como el que deja el café;
irregular, pero hermoso
aunque casi pierdo la fé
pero me tomo otra taza
y endulzo con el recuerdo
que de tan escaso pierdo
y en la porcelana traza.
Tu me dejaste un poso...
ese de puchero y soledad
al que lavar es doloroso
por su valor y levedad.
En mi corazón lo guardo
con tu perfume de fiesta
y lo miro, miro y ardo
aunque algo frio ya está.
Tu me dejaste un poso…
oscuro, dulce y profundo
que miro mientras reposo
y con las nubes confundo
en la supuesta travesía
sin saber si hubo verdad,
que huelo con pleitesía
siendo herida y oquedad.
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