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"Cuando la Luz Brille en los Corazones"

En el entierro del padre de
un amigo mío, me fije en un
señor muy afligido,y atormentado,
que estaba sentado en el banco
del cementerio, con dos niños
de 5 años a su lado.
Me fije en el nicho que el miraba
y vi la foto de una joven mujer
de unos 25 años, en la flor de la
vida y muerta en un accidente
de trafico, allí grabado en la lapida.

El hombre lloraba desconsolado,
con su mano tapando su frente,y
los dos niños abrazados a su
regazo, lamentándose los tres
de la mujer y madre perdida.

Daba cierta lastima verlos, un
matrimonio roto por circunstancias
de la vida, destruido para el
resto de sus vidas, un joven
marido solo en lo mejor de lo
mejor, de la vida, y dos hijos
que a pesar del padre, también
necesitan una madre.

Que madre que no es, va a querer
hacerse cargo de los niños que
no son suyos, pues cada mujer o
hombre quiere hijos de su linaje,
no de otros y eso es así, aunque
moleste pensarlo.

De allí me aleje,lentamente y de
vez en cuando me volvía para mirar
aquel pobre desgraciado, y allí
estaba abrazado a sus hijos, y una
pequeña lágrima recorría mi mejilla,
mientras del cementerio salía.

Un año paso, y a mi recuerdo llego,
aquel pobre hombre que sufrió en
sus carnes la desesperación de
perder su bello amor, y quedar solo
con sus hijos, en soledad sin poder
olvidar lo dura que es la vida sin
dudar y lamentar una vida que se
fue sin despedidas ni cariño dar.

Al cementerio de paseo fui, mas por
por curiosidad,por lo que allí sentí.
Allí estaba el, mirando al infinito
con la mirada perdida y en el mismo
banco sentado,y lamentándose solo,
y sin sus hijos, pues hora del colegio
era, y el mientras hablaba con la
que fue su esposa y amante, mientras
esperaba recoger a sus hijos al colegio,
le contaba a su mujer lo acaecido ese
día y el día anterior.

Me aleje de allí y pensé si aquel
hombre acabaría loco hablando el solo.
Conforme me aleje, volví la vista y una
mujer me pareció ver a su lado, pero
pensé que seria una Pareidolia, hecho
por el ojo óptico, y seguí mi camino.

Lleno de curiosidad, volví a los tres
meses a ese cementerio al mismo rincón
de siempre, y vi asombrado aquel hombre
sentado en el banco que lo acompañaba
una joven mujer abrazada a su cuello
y separada de el, como si no estuviese
pero los brazos de ella lo alcanzaran
y cogido a el, se sujetara.

Me acerque con mucho cuidado para no
perder detalle, pues tampoco quería
ser visto y llamar la atención.
Ya cerca vi a un hombre viejo consumido
por la desesperación, tal vez bebido
y estropeado por el alcohol, no era ya
el mismo, no se parecía nada al hombre
que conocí llorando en la lapida de su
joven mujer.

A su lado estaba aquella joven y bella
mujer, lamentándose junto a el, pero
aquel hombre seguía mirando al infinito,
¿que seria aquella chica, una amiga?
¿su hermana?...¿una nueva novia?, no lo
se, pero muy abrazada estaba a el.

En ese momento un hombre ya maduro al
desconsolado hombre se acerco, y una
pregunta le hizo, que el contesto con
tristeza en su corazón, y el anciano
en breve se fue y hacia mi paseo, y sin
dudarlo ni un instante yo lo pare y
pregunte: ¡Caballero por favor, dígame!
¿esa joven mujer que esta con su conocido
es hermana de el?...El hombre asombrado
me miro durante unos segundos y miro
hacia atrás donde estaba aquel hombre
sentado en el banco delante de su lapida,
y le dijo: ¡Esta usted confundido joven,
mi conocido es mi yerno y esta solo!,
pues mi hija murió en un accidente.

El viejo se fue, y yo mosqueado me quede,
pues yo si veía a una joven mujer con el
yerno de ese señor que me contesto.
Para salir de dudas me acerque lo
suficiente para ver claro lo que estaba
viendo hacia ya rato.

Allí estaba el hombre a un metro de mi,
sentado y arrugada su piel, y le hacia
compañía una bella mujer, que abrazos
y besos quería darle cariño y esperanza,
desconcertado mire el nicho, la lapida
la foto de la difunta mujer, y vi la
misma mujer que con el estaba abrazada,
y llevaba el mismo vestido rojo, que en
la foto estaba, enseguida lo vi todo
claro y me fui de allí.

Aquella joven mujer que con el estaba,
pero el no veía ni notaba, era su
difunta mujer, que no descansaba en su
ataúd, de verlo a el sufrir.
Me acerque a el y le dije unas palabras:
Si quieres que tu mujer descanse en paz,
ayúdala estando con tus hijos sin tanto
lamentar su perdida, y críalos con ilusión
pues de ella son y no debes abandonar a
tu familia y hacerla pagar tu tristeza,
pues ella aquí a tu lado esta, y si no
lo remedias nunca descansara fuera de su
nuevo mundo que la espera para ayudarla
y superar ese dolor que cuando tu mueras
con ella compartirás.

Araciel Abaddon.
DIFUNTA MUJER.jpg
 
Araciel, una conmovedora historia nos regalas, te felicito por tanta creatividad y empeño en lograr una hermosa y triste prosa, excelente historia que envuelve al lector a querer ver el final. Un gran abrazo!
 

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