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Dónde

racadur

Miembro Conocido
¿Dónde están
el mar, los cuerpos álgidos,
las palabras sin cadenas, los viajes que poblaron mis ojos?

Ayer la vida era un río de sueños,
los pájaros me mostraban el camino de la luz,
los films las historias donde el amor, la muerte y la aventura
refulgían en los metros cuadrados de una pantalla virgen.

Yo quise a diez mujeres etéreas,
tuve amigos que huyeron como trenes sin rumbo,
hermanos que apetecían la luna amante o la noche intrépida.

Mil veces corrí bajo la lluvia y me cobijé en los pórticos de las iglesias,
aterido como un perro sin alma.

Leí en los libros mentiras y verdades, ensueños y hastío.
Me bañé entre olas sin paz
y nadé lejos de la isla brumosa
cual si oyera el canto meloso de las últimas sirenas.

Me alejé de esta ciudad- nunca fue mía ni de nadie-
hasta otro lugar más grande y hostil, más frío y sucio,
con gente perdida entre la gente,
con rúas de filoso cemento y aromas de orín.

Allí encontré a una mujer que no conocía el perdón,
cuya piel y huesos se mezclaron con los míos.

De este árbol crecieron ramas húmedas
que el tiempo mudó
igual que el otoño convierte en ocre la resurrección del color.

Pero ¿dónde están
el mar, los cuerpos álgidos,
las palabras sin cadenas, los viajes que poblaron mis ojos?

Quizá en los restos de este poema
en los que, tú lector,
no te podrás reconocer.
 
Última edición:

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
¿Dónde están
el mar, los cuerpos álgidos,
las palabras sin cadenas, los viajes que poblaron mis ojos?

Ayer la vida era un río de sueños,
los pájaros me mostraban el camino de la luz,
los films las historias donde el amor, la muerte y la aventura
refulgían en los metros cuadrados de una pantalla virgen.

Yo quise a diez mujeres etéreas,
tuve amigos que huyeron como trenes sin rumbo,
hermanos que apetecían la luna amante o la noche intrépida.

Mil veces corrí bajo la lluvia y me cobijé en los pórticos de las iglesias,
aterido como un perro sin alma.

Leí en los libros mentiras y verdades, ensueños y hastío.
Me bañé entre olas sin paz
y nadé lejos de la isla brumosa
cual si oyera el canto meloso de las últimas sirenas.

Me alejé de esta ciudad- nunca fue mía ni de nadie-
hasta otro lugar más grande y hostil, más frío y sucio,
con gente perdida entre la gente,
con rúas de filoso cemento y aromas de orín.

Allí encontré a una mujer que no conocía el perdón,
cuya piel y huesos se mezclaron con los míos.

De este árbol crecieron ramas húmedas
que el tiempo mudó
igual que el otoño convierte en ocre la resurrección del color.

Pero ¿dónde están
el mar, los cuerpos álgidos,
las palabras sin cadenas, los viajes que poblaron mis ojos?

Quizá en los restos de este poema
en los que, tú lector,
no te podrás reconocer.

Es muy profundo tu poema y el cierre interactuando con el lector, me parece estupendo,felicitaciones,un gusto leerte,gracias por compartir, un beso grande.
 

racadur

Miembro Conocido
Gracias, Javier, Sandra, Dr jose, edith, por la lectura y los amables comentarios. Un saludo cordial.
 

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