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De magias y de ocasos

De magias y de ocasos
(Guaroj)



Cuando cierra sus párpados la tarde
y la noche despliega su gran lienzo
sobreescritas en horas trashumantes,
se dibujan las hojas del silencio.
En el libro que guarda los paisajes
de esas íntimas luces de lo incierto
se esfuminan los tonos fulgurantes
y se quema el confín en tonos muertos.
Cuando cierra sus párpados la tarde,
se dibujan las hojas del silencio.


En el mutis sutil, de cada ocaso
se despiertan detalles contrapuestos,
las farolas se esfuerzan en su lumbre
dibujando tan solo tintes muertos.
Los silencios aumentan y conversan,
despertando los ecos somnolientos
de esa hora , solemne cual ninguna,
donde abrazan las sombras sus reflejos,
en el mutis sutil de cada ocaso,
dibujando tan solo tintes muertos.


Una esquina se mece en la penumbra
al vaivén que a los árboles da el viento.
Serenatas, un perro da a la luna,
desdoblando los márgenes del tiempo
y un zaguán que de golpe ha florecido
se sonríe por cómplice de un beso.
Es la hora más mágica del orbe,
enamoran sus tonos cenicientos.
Una esquina se mece en la penumbra
desdoblando los márgenes del tiempo.



Alba Rivero.
 
De magias y de ocasos
(Guaroj)



Cuando cierra sus párpados la tarde
y la noche despliega su gran lienzo
sobreescritas en horas trashumantes,
se dibujan las hojas del silencio.
En el libro que guarda los paisajes
de esas íntimas luces de lo incierto
se esfuminan los tonos fulgurantes
y se quema el confín en tonos muertos.
Cuando cierra sus párpados la tarde,
se dibujan las hojas del silencio.


En el mutis sutil, de cada ocaso
se despiertan detalles contrapuestos,
las farolas se esfuerzan en su lumbre
dibujando tan solo tintes muertos.
Los silencios aumentan y conversan,
despertando los ecos somnolientos
de esa hora , solemne cual ninguna,
donde abrazan las sombras sus reflejos,
en el mutis sutil de cada ocaso,
dibujando tan solo tintes muertos.


Una esquina se mece en la penumbra
al vaivén que a los árboles da el viento.
Serenatas, un perro da a la luna,
desdoblando los márgenes del tiempo
y un zaguán que de golpe ha florecido
se sonríe por cómplice de un beso.
Es la hora más mágica del orbe,
enamoran sus tonos cenicientos.
Una esquina se mece en la penumbra
desdoblando los márgenes del tiempo.



Alba Rivero.
ALBITA

¡Qué mágica tu dulce serenata
querida amiga poetisa!


Abrazos y besos de mi balcón quiteño
de geranios multicromáticos,

Guillermo.
 

José Luis Blázquez

JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
Verdaderamente excepcional este poema: leyéndolo, parece transportar a la dorada época del Romanticismo, donde Bécquer, Zorrilla, Espronceda y muchos otros dejaron para la posteridad obras intemporales.

Un abrazo.
 
Verdaderamente excepcional este poema: leyéndolo, parece transportar a la dorada época del Romanticismo, donde Bécquer, Zorrilla, Espronceda y muchos otros dejaron para la posteridad obras intemporales.

Un abrazo.
Muchas gracias José Luis. Demasiado comentario para digerirlo, jaja. Un abrazo enorme. ( Me emocioné con tu transporte, ignoraba que pudiera provocar algo así, gracias)
 

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