Antonio Jurado Rivera
Miembro Conocido
Fue una tarde en una plaza
viendo gente que pasaba,
cuando me di cuenta a tiempo
de lo que me rodeaba.
Autobuses, coches, motos,
tubos de escape a granel,
ruidos ensordecedores,
humos negros por doquier.
Pensé ¿dónde estoy metido?
¿es esto la capital?,
si aquí vive tanta gente
que no se puede ni andar.
¿Es esto lo que yo quiero?,
¿como hormigas, en tropel?,
solos en medio del mundo,
sin libertad, por deber.
Los miré casi con pena
nerviosos, vacíos, vanos,
máquinas me parecieron
en vez de seres humanos.
Me miré por un momento,
soy como ellos, ¡ay de mí!
tengo que librarme pronto
tengo que salir de aquí
Quise encontrar enseguida
un lugar para escapar
¿habrá algún sitio sin coches
donde poder respirar?
Pensé de pronto en mi pueblo,
solitario, viejo, hundido,
abandonado en el tiempo
y entre montañas metido.
Sin juventud, solo viejos,
pues los jóvenes se han ido
como yo, a buscar fortuna,
la ambición nos ha perdido.
Lo descarté por completo,
no era lo más adecuado,
pensé en buscar el lugar
con el que siempre he soñado.
Pues me gustaría vivir
en un castillo chiquito
subido en una montaña
mirando hacia el infinito.
Lejos del mundanal ruido,
de la contaminación,
en plena naturaleza,
esa es mi gran ilusión.
Pero busqué inútilmente,
pues todo lo que encontré,
o estaba a mucha distancia
o del precio me asusté.
¿Será quizá mi destino
vivir en la capital
con este ruido molesto
y sin poder respirar?
Pensé, muy entristecido
-he de pasar por el aro-.
Tengo un nudo en la garganta.
Debo estar contaminado.
Antonio Jurado (España)
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