JAVIER TOMAS
Sub Administrador
Me detuve delante de la puerta de mi casa. Ese umbral, tantas veces traspasado con la alegría del hogar, se convertía ahora en un pozo de angustias. Mi respiración se aceleraba y mis pulsaciones subían por mi ansiedad. Metí mi mano en el bolsillo de la chaqueta y palpé las llaves. En vez de sacarlas tintineando como otras veces las apreté con mi puño evitando el más mínimo ruido. En esa postura me quedé cinco minutos, intentando adivinar que me esperaría dentro. Una gota de sudor resbaló por mi sien, a pesar de ser ya finales del otoña. Respiré tres veces profundamente infundiendome ánimo. Agarré con fuerza el pomo de la puerta e introduje la llave en la cerradura lo más sigilosamente posible. Abrí lentamente, la oscuridad lo envolvía todo. No se oía ni el más leve ruido, eso me tranquilizó un poco y di dos pasos hacia delante. Solté un pequeño suspiro mientras cerraba la puerta. Las luces se encendieron. Giré con el terror dibujado en mi cara. Una treintena de rostros me miraban con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡SORPRESA! ¡FELICIDADES!
¡NO! ¡OTRA VEZ NO! ¡ODIO LAS FIESTAS DE CUMPLEAÑOS SORPRESA QUE ME PREPARA MI MUJER! El próximo año me voy a un hotel, no lo aguanto más.
-¡SORPRESA! ¡FELICIDADES!
¡NO! ¡OTRA VEZ NO! ¡ODIO LAS FIESTAS DE CUMPLEAÑOS SORPRESA QUE ME PREPARA MI MUJER! El próximo año me voy a un hotel, no lo aguanto más.