QUINSONNAS
Miembro Conocido
Rugiendo a semejanza de una fiera
por sus cuentas regresa mi pasado
a por el cebo de quién sentenciado
salda sus deudas con la vida entera.
Atroz y despiadada es su embestida
y afilados relucen sus colmillos
unas fauces de dientes amarillos
que a mi muerte le dan la bienvenida.
Pintada en blanco mi bandera ondeo
y enjuiciado el espíritu me arde
comprendiendo quizá que ya es muy tarde
para la tregua y súplica de un reo.
De mi deuda intenté no ser la presa
veloz al evitar que me cercara
y por mucho que eterna me rondara
escapar conseguí de forma ilesa.
Hibernaba entre sórdidos paisajes
impune a mis pecados de albedrío
discurriendo mi cauce más sombrío
por turbulentos páramos salvajes.
Cobarde sin embargo ante un verdugo
a su cadalso, ahora, lo recorro
habiéndole yo mismo, de cachorro,
alimentado con mi propio yugo.
Me expone como ejemplo de fracaso
y desnuda mis múltiples achaques
por medio de unos íntimos ataques
que atestiguan las llagas de mi ocaso.
Extinguiendo su néctar y su pulpa
disfruté de un festejo pasajero
descendiendo a un desértico sendero
que actualiza el origen de mi culpa.
Cigarra de una fábula ya vieja
jamás me preocupé por ser hormiga
un monstruo que el presente me castiga
al llevarle a mi piel su moraleja.
¡Apiádate de mí misericordia,
concédeme refugio o savia nueva
y permite que entero yo conmueva
al perdón que atesora tu concordia!
Más mi ruego la bestia no lo escucha
y decide dejarme cicatrices,
consecuencias de lóbregas raíces
que ya brotan... sin ánimos de lucha.
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