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El ¿intraducible? idioma de la poesía

Lera Litera

Miembro Conocido
A propósito de mi nueva aventura poética, traducir el poema DEMONIO de Mikhail Yurjevich Lermontov, he estado estudiando respecto a las formas, reglas y técnicas que debo emplear para llevar a cabo mi autoimpuesta misión cultural definitiva. Para ello he deseado compartir con ustedes el artículo "El ¿intraducible? idioma de la poesía", que apareció en la revista web El Cultural, el 19 de agosto de 2019 y que a continuación reproduzco en parte con un enlace por si desean leerla completamente.

fuente: https://elcultural.com/el-intraducible-idioma-de-la-poesia
Autor: ANDRÉS SEOANE

El ¿intraducible? idioma de la poesía

Cumbre de la creación literaria desde el inicio de los tiempos, el lenguaje poético encierra peculiaridades que se ponen de relieve a la hora de trasladarlo a otra lengua. Cinco poetas y traductores de referencia debaten sobre qué sacrificios y hallazgos surgen de llevar los versos a otro idioma.


“Los escritores hacen la literatura nacional y los traductores la literatura universal”, afirmaba con su habitual sencillez profunda José Saramago uniéndose a Borges, otro maestro de las máximas que tensó la literatura hasta sus límites y para quien traducir era un acto de creación donde el traductor debería tener “carta blanca para mejorar con libertad los originales”. Pero dentro del casi alquímico mundo de la traducción, siempre un reto, destaca como doblemente compleja la traslación a otro idioma de la poesía, pues la operación en cuestión debe salvar en la nueva versión algo tan sutil como es el alma del texto, su espíritu, su esencia, más allá de la simple atención a las palabras. Entonces, ¿hasta qué punto es posible traducir poesía? ¿Es, como se dice, intraducible por definición?

“Que la poesía es intraducible, es un tópico interesado: justifica las propias carencias o los propios fracasos; y la pereza”, asegura rotundo el poeta y crítico Eduardo Moga, que, a sus traducciones de Bukowski, Ramon Llull, Rimbaud y Faulkner, entre otros, ha añadido la más reciente inmersión en la obra de Walt Whitman. “Proviene de una concepción mágica de la poesía, como si fuera algo etéreo, inaprensible, de una naturaleza que no puede captar o reproducir algo tan falible como el lenguaje humano. Pero no”.

Lo mismo opina otro destacado poeta traductor del inglés, Jordi Doce, que ha buceado en los versos de escritores como Paul Auster, William Blake, Eliot, Auden, Charles Simic y Anne Carson. “Si aceptamos que la poesía es una forma de energía verbal y que la energía, como nos enseñaron en la escuela, no se crea ni se destruye, solo se transforma, entonces quizá debamos decir, más bien, que ‘la poesía es lo que se transforma en la traducción’. El poema resultante es otro y el mismo, como el título de aquel cuento de Borges”.

Sobre este particular advierte José María Micó, Premio Nacional en 2006 por su versión del Orlando Furioso de Ariosto y reciente artífice de otra de la Comedia de Dante, que considera imprescindible “tener en cuenta siempre que el resultado no es un texto idéntico al original, sino transformado y adaptado a las circunstancias de sus nuevos receptores. El límite lo ponen las dificultades del original, intrínsecas o de contexto cultural, y las capacidades del traductor”. Y es que, como explica Cecilia Dreymüller, traductora del alemán de Ingeborg Bachmann, Peter Handke y Marcel Beyer, “la poesía es más compleja que la prosa porque es palabra pura, y el dominio que se le requiere al traductor no es solo literal, sino que exige una comprensión absoluta de todos los posibles giros y connotaciones del idioma original y de llegada, además de una sensibilidad musical y rítmica bastante desarrollada”.

Alma de poeta

Esta afirmación de Dreymüller abre un espinoso tema: ¿es necesario ser poeta para traducir poesía? Moga lo niega. “Conozco excelentes traductores de poesía que no han escrito un verso en su vida y también a mucha gente que se dice poseedora de un alma poética, sea eso lo que sea, pero incapaz de volcar correctamente un verso de una lengua a otra”. Por su parte, Micó y Doce coinciden, más cautos, en una solución de compromiso. Para el primero, “los buenos traductores de poesía son, lo sepan o no, buenos poetas que además ejercen un raro sacrificio: poner el propio talento al servicio de un talento ajeno”, mientras que el segundo asegura que “si alguien traduce poesía, y lo hace bien, y el resultado son nuevos poemas, entonces es poeta, aunque no haya escrito nada presuntamente propio. Es la obra la que hace al creador, no al revés”.

Continúa en el enlace de la revista web: https://elcultural.com/el-intraducible-idioma-de-la-poesia



¿Qué nos estamos perdiendo?

Demostrando su postura, los traductores eligen el libro que les gustaría traducir o la traducción considerada canónica les gustaría rehacer y que hoy en día falta en las librerías:

Jordi Doce: Arrastro desde hace años el deseo de editar una selección amplia –poesía y prosa– de los textos centrales del romanticismo inglés.

Cecilia Dreymüller: Tengo varios autores que quisiera rehacer, el primero Paul Celan, el mejor poeta alemán del siglo XX, que está muy mal traducido y es ilegible en castellano. Y luego Goethe, nuestro gran poeta nacional, que precisamente tiene mucha poesía sin traducir todavía, pero ya son palabras mayores.

José María Micó: Me gustaría traducir la Gerusalemme Liberata de Torquato Tasso, porque su situación en España y en español es lamentable: no está en las librerías (salvo en las de lance) y las traducciones más recientes son del siglo XIX y no muy buenas. Si me recupero del esfuerzo dantesco, traduciré a Tasso.

Eduardo Moga: La obra completa del francés Saint-John Perse.

Valeriya Vyacheslavovna Bugorskaya: La obra completa del ruso Mikhail Yurjevich Lermontov.
 
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José Luis Blázquez

JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
Muchos han sido los intentos de traducir poemas de su idioma original a otro distinto, pero nunca el resultado ha sido satisfactorio. La razón es que cada idioma tiene sus giros y expresiones peculiares que resulta imposible trasladarlo íntegramente a otra lengua.

Saludos.
 

Lera Litera

Miembro Conocido
Muchos han sido los intentos de traducir poemas de su idioma original a otro distinto, pero nunca el resultado ha sido satisfactorio. La razón es que cada idioma tiene sus giros y expresiones peculiares que resulta imposible trasladarlo íntegramente a otra lengua.

Saludos.
Así es, un trabajo muy dificultoso, pero creo que he encontrado un método que quizás resulte.
Primero realizaré una traducción e interpretación lineal en prosa, tratando de convertir las expresiones y recursos del lenguaje ruso al español. Finalmente elegir una forma latina o española para construir un nuevo poema. He realizado innumerables ensayos desde el francés o el ruso al español.

He comenzado con la primera fase traduciendo “El Demonio”
 

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