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El Avaro

El hombre provenía de una familia humilde de siete hermanos, su padre murió de cáncer cuando él era joven, pero sus ansias por ayudar a su familia y lograr una buena posición económica lo llevo a estudiar. Cuando tenía 25 años se recibió de abogado, por su modo de enfrentar la vida y su gran capacidad en su trabajo logró ascender en el ámbito de la justicia hasta hacerse un letrado reconocido en el círculo de abogado de Buenos Aires. Trabajo para grandes empresas defendiendo los intereses de las mismas, cosa que le costó noches sin dormir. Aaron L. se llamaba, a los cuarenta años ya tenía un gran piso en una exclusiva avenida de la ciudad. Con el tiempo y el hecho de haber sido pobre parte de su vida lo llevo a aferrarse al dinero. Cuando ya sus hijos eran mayores había amasado una fortuna millonaria depositada en el banco, sin embargo se tornó muy mezquino con su familia y hasta con el mismo. Se presentaba en las audiencias con trajes que tenías más de veinte años, cuando almorzaba en algún bodegón barato, dejaba una miseria propina al mozo.
Su hijo menor sufría de una leve discapacidad, y para el era una vergüenza, entonces decidió desde chico a darle pequeños aportes de dinero para que viviera.
Tenía un par de mujeres que hacían la limpieza de la casa y les pagaba miserias, hasta que por una ley tuvo que legalizar el trabajo de las mismas y remunerarlas como se debía.
La noche de 31 de diciembre, se encontraba solo, tomando un wisky en un bar, pues su familia lo había abandonado y no tenía amigos o familiares por una cuestión propia, el temía que le robaran su dinero. Esa noche una niña se acercó vendiendo flores, no tendría más de 10 años, vestida humildemente y le dijo a Aaron si le comparaba un ramo, el hombre ya entrado en copas le dijo: “lo lamento niña pero no tengo a nadie a quien regalarle esas rosas”, a lo cuan la niña sabiamente le respondió: “regáleselas a usted mismo”, en ese momento brotaron lágrimas de aquel avaro abogado y le compro las flores. Mientras bebía su décimo wisky medito todo el tiempo que había perdido por haberse amarrado tanto al dinero y la avaricia.
 

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