Nadie sabe cómo se produce el deslumbramiento,
ni si fue anterior la herida al sueño. En un portal sin nombre
los ojos de la luz atenazan mi piel. Y ya no soy consciente
de esa pequeña fibra que el misterio dibuja en mi ser.
Sólo es un cuerpo y una mirada, pero dentro un rubor
infantil va creciendo, enciende las mareas del deseo
y canta el milagroso anhelo de existir. ¿Y quién nos llama,
quién pone el proscenio de aquella ciudad múltiple?
Nunca susurró las palabras de la noche, ni me citó
en el calendario ni describió un reloj en mi estatura.
Sentir y esperar la dulce canción del encuentro
(en la melancolía de un cine, en los bares rojos
de la duda, en el temblor de las playas de invierno).
¿Dónde la promesa del aire que vuelve al aire de la nada?
La vida nos arroja sus banderas sin luz, y hay
un perfume de horas incandescentes en sus labios
de ausencia. Guarda la memoria los diálogos perdidos
como guarda el fuego su frágil candor extenuado.
ni si fue anterior la herida al sueño. En un portal sin nombre
los ojos de la luz atenazan mi piel. Y ya no soy consciente
de esa pequeña fibra que el misterio dibuja en mi ser.
Sólo es un cuerpo y una mirada, pero dentro un rubor
infantil va creciendo, enciende las mareas del deseo
y canta el milagroso anhelo de existir. ¿Y quién nos llama,
quién pone el proscenio de aquella ciudad múltiple?
Nunca susurró las palabras de la noche, ni me citó
en el calendario ni describió un reloj en mi estatura.
Sentir y esperar la dulce canción del encuentro
(en la melancolía de un cine, en los bares rojos
de la duda, en el temblor de las playas de invierno).
¿Dónde la promesa del aire que vuelve al aire de la nada?
La vida nos arroja sus banderas sin luz, y hay
un perfume de horas incandescentes en sus labios
de ausencia. Guarda la memoria los diálogos perdidos
como guarda el fuego su frágil candor extenuado.
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