Jorge Toro
Miembro Conocido
Llegabas a la parada,
me crucé con tu mirada,
tú tomabas la partida,
y estaba yo de venida.
Tus maletas iban llenas
de ilusiones por docenas,
la mía estaba vacía,
ruinosa, vetusta y fría.
Me vieron tus dulces ojos
sin advertir mis despojos,
reíste con alegría
ansiando encontrar la mía.
Pronto vi que tu silueta
se me acercaba coqueta;
querías llegar a mí
y, entonces, me estremecí.
Confuso sobre la acera
busqué una puerta trasera,
por ella salí veloz
sin atender a tu voz.
Huí como una gallina
tomando un taxi en la esquina,
¡Cómo pensar en tal nena
si le llevo una treintena!
Dos semanas a su lado
y quedo desahuciado;
a estas horas de la vida
ya no aguanto tal corrida.
Mejor regreso a mi casa
a comer carne a la brasa,
con ella no me indigesto
ni se me alborota “esto”.
me crucé con tu mirada,
tú tomabas la partida,
y estaba yo de venida.
Tus maletas iban llenas
de ilusiones por docenas,
la mía estaba vacía,
ruinosa, vetusta y fría.
Me vieron tus dulces ojos
sin advertir mis despojos,
reíste con alegría
ansiando encontrar la mía.
Pronto vi que tu silueta
se me acercaba coqueta;
querías llegar a mí
y, entonces, me estremecí.
Confuso sobre la acera
busqué una puerta trasera,
por ella salí veloz
sin atender a tu voz.
Huí como una gallina
tomando un taxi en la esquina,
¡Cómo pensar en tal nena
si le llevo una treintena!
Dos semanas a su lado
y quedo desahuciado;
a estas horas de la vida
ya no aguanto tal corrida.
Mejor regreso a mi casa
a comer carne a la brasa,
con ella no me indigesto
ni se me alborota “esto”.