El hombre que conocía el infinito
Dormir poco,
soñar mucho
Y así no trasgredir
los acuerdos
entre lo erótico y lo lúdico,
donde la potencia
de nuestra naturaleza
forma ventanales abiertos
repletos de sol
como dos ojos fijos
bebiendo en la brevedad
del infinito, calculando
el alunizaje en tu boca;
mi revolución será fallida
si no entiendes mis ganas
lúdicas, mi ser preferido,
de erotizarme de ti
como lo haría un virus,
donde ya nada pueda
desintegrarnos, únicamente
dos divisores distintos:
aquello que conocemos por Uno
y nosotros mismos.
FLL
Dormir poco,
soñar mucho
Y así no trasgredir
los acuerdos
entre lo erótico y lo lúdico,
donde la potencia
de nuestra naturaleza
forma ventanales abiertos
repletos de sol
como dos ojos fijos
bebiendo en la brevedad
del infinito, calculando
el alunizaje en tu boca;
mi revolución será fallida
si no entiendes mis ganas
lúdicas, mi ser preferido,
de erotizarme de ti
como lo haría un virus,
donde ya nada pueda
desintegrarnos, únicamente
dos divisores distintos:
aquello que conocemos por Uno
y nosotros mismos.
FLL