Callejero
Miembro Activo
He querido recuperar este tema, ya medio olvidado en el baúl de los recuerdos, por ser para mí, una línea entre un antes y un después; sé que a buen entendedor/a...
Oí quejarse al infierno...
rebuscaba entre pecados por salir adelante,
con el venerable hastío de soñar lo imposible,
sin el brillo que mora en las pupilas,
ni el lujo del reflejo,
que persiguen los ávidos de dioses
en pos de sus demonios.
Preguntaba por mi,
y por mi yo del pasado;
y no halló sino silencio, mientras gritaba mi alma
con la voz de los muertos que transitan errantes;
bendiciendo palabras que maldicen la muerte
y condenan la vida.
Dónde buscar, me pregunto
las respuestas que digan cómo librarlo del fuego,
cuando la miseria reina con el descaro de un rey
y la sinrazón cabalga a lomos de la ignorancia
tras el pulcro charlatán de feria,
embaucador de las plebes.
¡Cómo te dejan hacer!
Los mismos que tragan lodos porque vendiste sus aguas.
Los que rajaron sus sayos por que una capa tuvieras;
que bebieron del cáliz del triunfo
y probaron la hiel.
Me pregunto si el fuego purifica
o termina con todo;
si en el lecho negruzco aún caliente
de una fatua candela,
queda escrita con trazos ilegibles
la historia.
¡Cómo refrescar el rostro del que por desidia arde!,
y si puede las ascuas te arrima;
¡Cómo mirar de soslayo!,
la pobreza de espíritu del necio,
sin que reflejen mis ojos
necedad.
¡Qué no daría por saber!,
si es mejor donar el agua que sofoque las heridas,
enfrentándome a la quema,
o pecar de solidario compartiendo las llamas
y ceder mis cenizas.
.
Oí quejarse al infierno,
y era mi voz.
~
rebuscaba entre pecados por salir adelante,
con el venerable hastío de soñar lo imposible,
sin el brillo que mora en las pupilas,
ni el lujo del reflejo,
que persiguen los ávidos de dioses
en pos de sus demonios.
Preguntaba por mi,
y por mi yo del pasado;
y no halló sino silencio, mientras gritaba mi alma
con la voz de los muertos que transitan errantes;
bendiciendo palabras que maldicen la muerte
y condenan la vida.
Dónde buscar, me pregunto
las respuestas que digan cómo librarlo del fuego,
cuando la miseria reina con el descaro de un rey
y la sinrazón cabalga a lomos de la ignorancia
tras el pulcro charlatán de feria,
embaucador de las plebes.
¡Cómo te dejan hacer!
Los mismos que tragan lodos porque vendiste sus aguas.
Los que rajaron sus sayos por que una capa tuvieras;
que bebieron del cáliz del triunfo
y probaron la hiel.
Me pregunto si el fuego purifica
o termina con todo;
si en el lecho negruzco aún caliente
de una fatua candela,
queda escrita con trazos ilegibles
la historia.
¡Cómo refrescar el rostro del que por desidia arde!,
y si puede las ascuas te arrima;
¡Cómo mirar de soslayo!,
la pobreza de espíritu del necio,
sin que reflejen mis ojos
necedad.
¡Qué no daría por saber!,
si es mejor donar el agua que sofoque las heridas,
enfrentándome a la quema,
o pecar de solidario compartiendo las llamas
y ceder mis cenizas.
.
Oí quejarse al infierno,
y era mi voz.
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