franjavsil
Miembro Conocido
[FONT="]En algún lugar, una mujer gritaba mientras era maltratada, y nadie hacía nada. Una bala quitaba la vida a un inocente que solamente paseaba por un parque, un niño caía y no se levantaba, otro niño lloraba, un hombre pedía pan, una mano rompía las semillas que otra mano intentaba sembrar. Y nadie hacía nada.[/FONT]
[FONT="]Recorrió diversas calles. Todos los detalles giraron ante él con implacable claridad. Nadie hacia nada. El niño triste pensó que lo mejor habría sido no salir nunca de su trozo de cielo.[/FONT]
[FONT="]- [FONT="]Tu sueño se ha destrozado. El cielo es una lamentable ventana donde se asoman las balas, el odio entre los hombres. Todos caminan sin reparar en nadie. Tienen un momento para comer, para hablar, para trabajar, para llegar a casa, para amar, para mostrar sus rencores. No les importa que un niño nazca entre el ruido de disparos, pasando hambre o en una cárcel. No les[/FONT][/FONT]
[FONT="]importa que le quiten la ternura a un poema, que en las escuelas enseñen la guerra y oculten el amor, que condenen a un hombre por aburrimiento, que levanten muros, que existan niños tristes como tú.[/FONT]
[FONT="]La gente pasa de largo, sin detenerse, dando pasos, siempre de la misma manera.[/FONT]
[FONT="]El niño triste se alejó, más raudo si cabe de aquel mundo. Y en esa hora en que todo es sueño y rumor de cuento, llegó a su arroyo, a su trozo de cielo, a su tarde.[/FONT]
[FONT="]Se sentó en la orilla y sus manos, lentamente, comenzaron a recoger piedrecillas del suelo. Descansó la mirada sobre el agua. Un rostro se dibujó en su transparencia. [/FONT]
[FONT="]Ella estaba allí, con los brazos ligeramente alzados, como si se dispusiera a abrirlos para abrazarlo. El niño triste la miró y la vio delicada, extrañamente hermosa. Se sintió acompañado. Ella llenaba el vacío que había en su interior, le daba respuestas a sus preguntas, [/FONT]
[FONT="]razones a su vida. Y le sonreía.[/FONT]
[FONT="]Sin embargo, ningún sonido indicó su marcha, de igual manera que ninguno anunció su llegada. Ella había aparecido súbitamente reflejada en el agua. Del mismo modo sólo el agua volvió a ocupar el lugar que antes había ocupado el rostro.
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[FONT="]El Caminante puso el alma dentro del alma del niño triste.[/FONT]
[FONT="]- Me dirás que no has visto nada, que todo ha sido un sueño, pero se que has sentido, que sientes su presencia, que te has extraviado en los contornos de su aliento, que has despertado un río sin desembocadura en tu corazón. Es amor lo que has sentido.[/FONT]
[FONT="]- ¡Amor! -pensó, y el eco de la palabra se repitió en su cabeza. Amor, de modo que eso era amor: sentir, extraviarse, despertar, soñar, encontrar una verdad.[/FONT]
[FONT="]- Te dejo con tu vida, -prosiguió el Caminante -podrás seguir siendo un niño triste o intentar sembrar tus huellas en toda la gente que va por el mundo paseando por las calles, dando pasos siempre de la misma manera, hundida en su propia mentira. La gente pasa de largo. Busca su verdad y dales, sobre todo, tu verdad.[/FONT]
[FONT="]Encontrarás más caminos que recorrer. Transítalos con tus palabras, con tu verdad, con tu amor. Así un día, la vida te responderá con otra vida. Te pedirá que extiendas el corazón hacia la puerta donde te espera Ella con su mano abierta, delicada, extrañamente hermosa.[/FONT]
[FONT="]El niño triste murió una tarde, como lo hacen todos los niños tristes: sin preguntar por qué, sin sábanas blancas, sin canciones. [/FONT]
[FONT="]Murió más solo que nunca, en la soledad del mundo. Pero en realidad no era así. Algo había cambiado. El niño triste sabía por qué moría. No era de muerte, sino de vida. Debía volver a recorrer caminos, a intentar vivir en medio de las almas de la gente, aunque éstas se hallaran sumidas en los mismos pasos de siempre. Debía intentar que, al menos, una de esas personas detuviese su paso, le mirase, le sonriera o simplemente le saludara.[/FONT]
[FONT="]El niño triste sabía que en algún lugar podría decir soy feliz. Por ello, con el corazón en la mano, contempló el horizonte en sus vagos límites, mientras el sol dejaba el último jirón de luz en sus pupilas, lleno de paz, y comenzó a intuir, muy cercano a él, un rostro.[/FONT]
FIN
[FONT="]© Rasguños en el sueño[/FONT]
[FONT="]- [/FONT][FONT="]francisco javier silva[/FONT]
Adjuntos
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