Antonio Jurado Rivera
Miembro Conocido
Aunque iba a otro colegio y en mi grupito no estaba
mi corazón ya latía más fuerte si ella llegaba.
Y no sabía si era amor o no era nada de nada
pero al sentir su presencia mi pecho ya se agitaba
Solo por sentirla cerca se iluminaba mi alma
y destapaban mis sueños sus ilusiones intactas.
Para llamar su atención, al verla, gesticulaba,
haciendo cien tonterías para que ella se fijara.
O preguntaba a su grupo los detalles de su casa,
de sus gustos y aficiones o si alguno la rondaba.
Solo sé que al estar cerca mi pecho se aceleraba
y no sabia articular ni siquiera una palabra.
Yo no tenía nada claro, continuamente dudaba
de si debía declararle mi amor de forma inmediata
Si pasaba por mi lado nunca jamás me miraba,
ni giraba la cabeza para ver si la observaba.
Forzando la situación, por las calles la buscaba
intentando dibujar una sonrisa en su cara.
Y así un día y otro día yo al pasar la saludaba
pero nunca respondía al escuchar mis palabras.
Esa ausencia de dialogo entre los dos, me alejaba,
hería mis ilusiones y a ratos también la odiaba.
Y mi tierno corazón se encerraba en su coraza
inundado en lagrimitas que aquel amor provocaba.
Era tanta la ilusión por conquistar a mi amada
que ensayaba ante el espejo la declaración soñada
poder decirle ¡te quiero! mirando su linda cara
era la meta mas bella y la montaña mas alta.
Pero el Destino se puso de mi parte una mañana
y ocurrió como un milagro para que me contestara.
Desde que me sonrió empecé a perder la calma
y con la mirada arriba al cielo le dí las gracias.
Y le declaré mi amor soñando que me aceptara
poniendo mis ilusiones y la vida en mis palabras.
Empezó así a confiar porque le vine de cara
y me salió bien la escena tantas veces ensayada.
Que hasta el espejo sabía de memoria las palabras
que ensayaba cada día por si algún día me escuchaba.
Y aquellos cuatro cuartetos lindos como la mañana
que cuando le recité, - porque no los esperaba -
Se le inundaron sus ojos con unas hermosas lágrimas
oprimiendo el corazón con un nudo en su garganta.
Me sentí requete bien, con el alma sosegada
el explicarle mis sueños para que los escuchara.
No se nada del futuro pero sintiéndome así
dudo mucho que en la vida se pueda ser más feliz.
Entonces me comentó lo bien que se lo pasaba
cuando yo la perseguía con esa insistencia sana.
Viendo como le insistía ella me fingía ignorancia
para ver si conseguía que me pegara a su falda
Que sabía que la quería y cuando yo la buscaba
por las calles como un loco es cuando más disfrutaba.
No entendí bien lo que dijo ¡las chicas son tan extrañas!
yo sufriendo por su amor y ella jugando en mi cara.
Fingiendo hacerse la tonta aumentó más mi interés
pero yo, ya la quería desde la primera vez.
Antonio Jurado (España)
© Derechos reservados
1963
Epílogo
Ha pasado mucho tiempo
desde esta primera vez,
pero puedo aseguraros
que aunque tuve alguno más,
este amor tan laborioso
nunca jamás lo olvidé.
Antonio Jurado - 2013
