JAVIER TOMAS
Sub Administrador
Di un sobresalto en la cama y me desperté. Fue tan fuerte el espasmo que por un momento tuve la sensación de que levité unos centimetros y caí de golpe sobre el colchón. La garganta se me agarrotó faltándome el aire. En la total oscuridad de la habitación me sentí perdido y desorientado. El corazón me palpitaba como a un perro detrás de su presa produciéndome un dolor muy agudo. Llevaba toda la noche con una extraña sensación, algo que me producía un sueño intranquilo. No sabía que era, pero algo de mi subconsciente me estaba avisando, como un sexto sentido. En ese momento se me desveló igual que una epifanía ¡Se me había olvidado! No podía ser, eso era algo impensable, y apesar de ello posible. Ya era muy tarde, seguro que los primeros rayos de sol estarían despuntando por el horizonte, no podría solucionarlo. Me dí cuenta que mi error podía costarme muy caro, mi vida podía cambiar radicalmente, entrar en un mundo totalmente deconocido para mi.
Entre temblores me senté en la cama y palpé en la mesilla sin atinar con el interruptor de la lamparita, maldije mi manía de cerrar a cal y canto la persiana para evitar la luz y los ruidos de la calle. Me levanté a ciegas con demasiadas prisas y me golpeé la rodilla con la esquina del mueble, mi aullido sonó atronador y furioso. Sin importarme el dolor, como si fuera Rambo, caminé los tres pasos que me separaban del sinfonier y me lanzé sobre el aparato. ¡¡UFF! ¡Si lo había conectado la noche anterior! ¡Estaba cargado! Di gracias al cielo, por un momento pensé que no podría usar el movil en toda la mañana. Si no tenía mis whatssap, mi facebook, mi twiter y mi you tube igual tendría que pensar ¡Menudo dolor debe producir eso!. Aunque solo quedaban 15 minutos para que sonara el despertado, por primera vez en toda la noche, dormí como un bebe.
Entre temblores me senté en la cama y palpé en la mesilla sin atinar con el interruptor de la lamparita, maldije mi manía de cerrar a cal y canto la persiana para evitar la luz y los ruidos de la calle. Me levanté a ciegas con demasiadas prisas y me golpeé la rodilla con la esquina del mueble, mi aullido sonó atronador y furioso. Sin importarme el dolor, como si fuera Rambo, caminé los tres pasos que me separaban del sinfonier y me lanzé sobre el aparato. ¡¡UFF! ¡Si lo había conectado la noche anterior! ¡Estaba cargado! Di gracias al cielo, por un momento pensé que no podría usar el movil en toda la mañana. Si no tenía mis whatssap, mi facebook, mi twiter y mi you tube igual tendría que pensar ¡Menudo dolor debe producir eso!. Aunque solo quedaban 15 minutos para que sonara el despertado, por primera vez en toda la noche, dormí como un bebe.
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