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El tabernero psicólogo

EL TABERNERO PSICÓLOGO


Domingo por la mañana 7 am, tiro de la persiana, abro la puerta del bar. Olor a frustración, desengaño, tambien a celebración, risas y llantos, todo un cúmulo de sentimientos en forma de fragancia destrozan mi nariz aún en ayunas. Miro hacia la máquina de café, está apagada, ¡que rabia! ahora tendré que esperar al menos quince minutos para tomar el primer café. Mientras va tomando temperatura miro a mi alrededor, todo está limpio. Abro los botelleros y estan llenos, entonces me acuerdo que lo dejé todo preparado la noche anterior, - ¡que cabeza la mia! me digo a mi mismo -, algún día la perderé. Dejo la persiana a medias, pues aún no es la hora de abrir, - y pienso- ahora que no me ve nadie me voy a fumar un cigarrillo, ya empieza a oirse el vapor de la cafetera, ¡ya está! voy a tomarme el primer café, pues aún no soy persona, y -vuelvo a pensar-, el primer café del día siempre me sale malo, y siempre me toca a mi, esta mañana lo tiraré y haré un segundo café, efectivamente, este sabe mejor que el de otras mañanas. Hoy es domingo, - pienso para mis adentros-, hoy la clientela llegará más tarde que de costumbre, aquí el único pringao soy yo, que ya no distingo el domingo de el lunes, miro hacia las estanterias y - me digo - hoy celebraré el domingo, busco entonces la mejor botella de brandy que hay en ellas, me sirvo una copa, y me regaño a mi mismo diciéndome- ¡se generoso! que invita la casa- no puedo evitar soltar una carcajada, jajaajaj, cada día estoy peor, ya me rio hasta de mis propias acciones, (es bueno este brandy, no lo había probado nunca) es una ironía, pero estoy harto de coger esta botella y no sabía de su paladar tan exquisito; Ahora toca abrir, a ver que día tenemos hoy. Todos los taberneros tenemos nuestras supersticiones, la mia es, no fiar nunca el primer café de la mañana, pues sería un día horroroso en cuanto a ventas, así que, si el primer cliente de la mañana me dice ``apúntamelo´´ ó ``te lo pago otro día´´ automáticamente mi respuesta es ``a este invita la casa´´.


Por ahí viene el primer cliente - el del café doble - esto es así, a muchos clientes no los conocemos por su nombre, sino por lo que toman, -el del ``café doble´´ es un hombre de alta alcurnia venido a menos, se nota en todas sus conversaciones, siempre añorando tiempos pasados, hablando de sus batallitas de empresa (de cuando las tenía, claro) es un hombre arrogante de educación, pero humilde de condición, de eso saco que era de alta cuna, pero quien sabe, su educación indica que si, quizás no supo preservar su herencia, o quizás nunca existiese,- ¡oh perdón!- me están pidiendo por ahí otro café, (este es el del cortao con leche fria), buena gente, pero tan cortao como el café que pide, a veces le tengo que sacar las palabras a puñetazos - (esto es un decir) -nunca trato a golpes a mis clientes jajajaaj, pero todo lo que guarda lo escupe en forma de veneno cuando el alcohol se apodera de él; Desde pequeño había oído, que el alcohol transforma a muchos hombres, pero yo no creo que sea así, el alcohol es un deshinibidor, lo cual me lleva a pensar que cuando cambian es justo cuando no beben, ya que sus conciencias no les permiten pasarse de los límites que sus mentes aprueban, así que al desinhibirse se muestran realmente como son, así que ese mito del alcohol y el mal hombre lo tengo descartado, - ´´atención´´ que ahora viene ``el cansino´´ (café con leche en vaso grande) - dos horas de café y de infierno dialéctico, al que todo el mundo aguanta y, cuando se va se convierte en la comidilla del resto de contertulios, hombre de vida triste, ¿que por qué lo se? muy sencillo - porque se sabe la programación de los más de veinte canales de televisión ¡y de tres días consecutivos! ¡penoso! además, a sus más de cincuenta años aún nos cuenta a todos sus batallitas de la mili, ¡por dios! ¡que ya hace casi teinta años que quitaron el servicio militar obligatorio!, en fin, voy a calentar el tostador que por ahí viene una pareja que tienen cara de querer desayunar.


¡Valla por dios! se sientan a una mesa, ahora tendré que salir fuera a servir, con lo a gusto que estoy dentro de mis dominios sin tener que enseñar a nadie mis pies planos, - ¿que les pongo? pregunto desde la barra, - ¡un cortado! dice el joven, ``a mi una manzanilla´´ dice la mujer, novia o lo que sea,- ``que me he levantado con el cuerpo revuelto´´ y pienso yo para mi (¿y quien le ha preguntado a ésta por su salud?) en fin, les sirvo y entonces me dice la muchacha, ¿por favor me trae una sacarina?- (madre mia) me digo en mis adentros, ya me va a hacer dar dos viajes, (¿lo podías haber dicho antes bonita!) bueno, estas son las cosas que tenemos que aguantar los taberneros, además con una sonrisa, ¡ahora mismo se lo tráigo! contesté amablemente, mientras llevo la sacarina a la muchacha simpática de la mesa (es un decir) ya me encuentro a dos desesperados con la mano levantada, ¡por qué! me pregunto, despues de estar con ellos un rato siempre esperan a que atienda a otros para llamarme la atención, (nunca lo entenderé) pero así son las cosas por aquí, intento no cabrearme, aún es muy temprano, aguantaré con la mejor sonrisa que pueda, les pongo una copa de sol y sombra que es lo que me pidieron, la chica de la mesa (la simpática) me levanta la mano, (hace menos de un minuto que estuve en su mesa) ¿que desea? le pregunto, ¡media tostada de paté! me pide, y entonces yo me pregunto- ¿pues no tenía el estómago revuelto?, en fin, algunos piden por fracciones, se ve que los domingos como descansan no tienen otra cosa que hacer que tocarle las narices al tabernero, bueno, otra sonrisa fingida y a servir que pa´ eso estamos, ¡hombre! ya está aquí el del carajillo de coñac, con una nueva lección de economia, nunca me atreví a decirle que no me importa más economia que la que pasa por la caja registradora de mi taberna, así que a aguantar y asentir con la cabeza, éste es el típico listillo que cree saber de todo y no sabe de nada, pero esto es una taberna y aguantamos a todo el mundo mientras consuman, un tabernero está mal visto que entre en debate con los clientes, pues aquí vienen a deshaogarse de sus frustraciones o a contarnos sus alegrias, y somos como sus psicólogos particulares y gratuitos que por un triste café aguantamos su historia, reímos con ellos y lloramos cuando toca.


Llegó el mediodía y con él las cañas, los aperitivos, las famosas tertulias de taberna, al igual que en otras especies enseguida distinguimos al macho dominante, se hace notar por su tono de voz, siempre un poco más fuerte que el resto de contertulios, con frecuencia suele ser el primero en invitar, creo que subconscientemente para atraer su atención y verse obligados a aguantar un monólogo que casi siempre resulta presuntuoso, las mejores tertulias son las de ``tres´´, siempre habrá un ``primero´´que intente llevar la iniciativa del debate que toque ese día, se estará alabando asi mismo y posicionando sobre uno de los extremos hasta que un ``segundo´´ se canse de tanto narcisismo y empiece a contradecir ó poner ``peros´´, a lo que el ``tercero´´ tendrá que asumir el papel de moderador.
El ``primero´´ empezará a elevar el tono de voz mirando a su alrededor, como intetando atraer seguidores, demostrando así que él es el dominante, el ``segundo´´ que no tiene aspiración de líder, disimulará un poco, como si la subida de voz no tuviera que ver nada con él, y el ``tercero´´ que hace la vez de moderador, mirará a cada momento al camarero como diciendo ¡que voy hacer con ellos!, y nuestro cometido en estos casos es el de actuar como verdaderos moderadores, en cada subida de tono preguntar por la tapa o en su defecto por el fútbol, (no, me temo que lo del fútbol pueda ocasionar más subidas de tono) pues en su defecto preguntaremos por el trabajo, así cada uno podrá contar su historia particular sin que los demás le contradigan demasiado. Aveces me gusta jugar con estos cambios de conversación sin que los contertulios se percaten de mi propósito.
Por ahí vienen tres, desde lejos ya me estan haciendo señales, dos cañas y un tercio, el del tercio sin duda es el número uno, lo se porque casi siempre quieren destacar, además se pega a la esquina, aquel que siempre quiera tener a los contertulios sólo a un lado, sin duda es un número uno, la pelea siempre viene por quien se pone en el centro , a casi nadie le gusta, debe ser incómodo esto de estar mirando a los dos lados como en un partido de tenis, despues del disimulado forcejeo, se colocan , el del centro ya se percató que su papel es el de moderador, es incómodo pero imprescindible, ¡atención que viene un cuarto! esto es relativamente peligroso, el ``cuarto´´ puede ser otro número ``uno´´ o el ``ninguneado´´ de la tertulia, si es otro número uno habrá que tener en cuente de servirle justo al lado del otro número uno, pues se por experiencia que dos machos ``alfha´´ estando juntos no se enfrentan, pero si los separas lo suficiente y encuentra aliados se puede ``armar´´, el ninguneado es aquel que habla poco o cuando habla le cortan la palabra, así que al final terminará hablando con el tabernero, o sea conmigo, (bueno, dejo de escribir que ahora tengo faena) a la noche nos vemos.


Llegó la noche, ahora viene lo bueno, las mismas reuniones pero con cubatas, al menos esto deja más cash, wiski, ron, ginebra etc, se consideran bebidas de lujo lo que nos deja más margen de beneficios, pero tambien de problemillas de convivencia entre la clientela. Aquí llega el del wiski con hielo, nunca habla hasta el tercer wiski, a partir de ahí tiene el don de la oratoria, un hombre frustrado a raiz de su separación, que intenta demostrar fortaleza, pero cuando cae ante los encantos del alcohol se desmorona, ha llorado en esta barra en varias ocasiones, preguntándose en qué ha fallado, o qué no hizo bien, creo que a veces nos culpamos más de la cuenta por circunstancias que son inevitables, en una ruptura la culpa nunca es de uno solo, siempre hay dos partes, y en algo habrá intervenido la otra parte para que esto suceda, pero en fin, me toca secar las lágrimas de este desdichado. Ahora llegan un grupo de chicos, con la insultante arrogancia que les permite su juventud, pero ellos a su manera son los que dan alegría a esta triste taberna, tenemos a un lado al pobre deprimido que se bebe sorbo a sorbo sus propias lágrimas en forma de wiski, en silencio, cabizbajo, esperando que le diga algo que le sirva de consuelo, al otro lado la divina juventud que con sus risas nos ponen un poco celosos de la vida, y yo en medio con los pies destrozados de tantas horas de pie, deseando que se tomen ya la última para irme a descansar. El desconsolado de la esquina no para de mirar a los jóvenes con un rótulo en su frente que dice ``qué envidia me dáis´´ y los jóvenes que no miran ni el reloj, pero yo si, así que les pido por favor, que vayan terminando que voy a cerrar, ante las quejas de todos ellos paso a contarles las larguísimas dieciocho horas que llevo de pie, y que solo me quedan seis para abrir otra vez, parecen comprenderlo pero les da igual. Por fin se van, me quedo solo, y ahora a limpiar ¡que pereza! no me quedan ganas ni de mirarme al espejo, pero es mi profesión, y la verdad es que me gusta; Con la escoba en la mano, miro hacia el fondo, aún puedo ver a la muchacha que me pidió la manzanilla esta mañana, jajaja, que ``jodía´´ me hizo dar tres vueltas para el mismo servicio (esa chica aún no sabe lo que quiere en la vida), sigo mirando y veo al macho alfha con las manos en jarras mirando a su alrededor intentando llamar la atención (este hombre aún no se ha dado cuenta de que a esa edad no hay que demostrarle nada a nadie, que todo el mundo sabe quien es), me fijo en la esquina y veo al bohemio taciturno vertiendo las pocas lágimas que le quedan sobre una barra de madera bien curada acostumbrada a sostener los codos de almas rotas y espíritus libres (este hombre aún no se percató de que nunca hay que mirar al pasado, que el presente aún está muy vivo y que tiene mucho que ofrecer), tambien veo al grupo de jóvenes, agarrando la vida por la entrepierna, desconocedores de su futuro (quizás alguno termine ocupando mi puesto) pero en fin, esa será otra historia.
Para terminar me acerco a la caja registradora con sigilo, para ver si me sorprende, la miro y no lloro porque soy adulto, pero ganas me dan, entonces miro el reloj que hay sobre mi cabeza y marcan las ``dos´´ hago balance sobre las horas de trabajo y la caja y digo- hoy igual que ayer, no me compensa, pero por verlo de forma positiva me digo- si hiciése un curso de psicología seguramente me saldría más caro.
Ah, se me olvidaba, los viernes cierro, jajajajajajajaja.
 

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