Antonio Jurado Rivera
Miembro Conocido
Los árboles en los campos
lucen su traje de gala
con ese precioso verde
de la primavera clara.
Las estrellas en el cielo
alumbran la madrugada
y los búhos se recogen
plegando sus largas alas.
Por el camino, unos carros,
ya van de siembra temprana
y un chico desharrapado
las riendas llevan a sus anchas.
Llama a su padre y le dice
“esta mula está muy flaca,
no sé si podrá aguantar
hasta llegar a la casa”.
Y la mula, renqueando,
casi arrastrando una pata,
rebuznaba en oración,
para que alguien la ayudara.
El padre dijo a su hijo
“desata a la mula Clara
y le echas como premio
una gran bala de paja”.
Que lo que tiene la pobre
es más hambre que desgracia
y cuando coma, verás,
a ese animal como anda.
El chico llevó su encargo
la mula se volvió sana
y en el aire de la hacienda,
ya se iba anunciando el día
asomándose la aurora
por las colinas lejanas.
Y mientras va amaneciendo
en el río está el rebaño
que eran un montón inmenso
de ovejas bebiendo agua.
Y el pastor grita a los perros
que controlen la manada,
y los trinos de la alondra
suenan como una canción
cuando las ovejas balan.
Mientras que en el río callado
dos gazapos van jugando
en la orillita del agua
y el sol ya se va asomando,
dos tortolitos se arrullan
en la encina centenaria.
En el inmenso azul cielo
que ni una nube asomaba,
como una premonición
y anunciando ya la vida,
volaban palomas blancas.
Antonio Jurado (España)
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