Jorge Toro
Miembro Conocido
Es la vida tan incierta, adventicia y sorpresiva,
como la agitada llama, sin patrón alguno, errática,
como pluma al ir del viento, siempre del azar cautiva,
como la forzosa muerte, repentina y enigmática.
Son preceptos de la vida las disímiles sorpresas:
pronta brinda regocijos, triunfos, glorias, alegrías,
pero en mínimo intervalo transfigura todas esas,
en dramática derrota, plena en llantos y agonías.
Nos esboza las venturas, ora ocultas, ora francas;
unas veces las otorga, otras veces las deniega,
por momentos nos empuja, por momentos pone trancas,
abre un día nuestros ojos, pero en otro nos los ciega.
Nacen unos entre todo, nacen otros en la nada,
hay quienes con tiernos padres, hay quienes desamparados,
pocos a una vida cómoda, muchos a tenaz jornada,
pocos con un cielo claro, muchos más a aquél vedados.
Aparecen siempre opciones en cualquier casual recodo,
se consigue la alta cumbre o se vive en postración,
caminamos entre flores o caemos en el lodo,
disponemos de opulencia o absoluta privación.
Fáciles o muy difíciles, rutas hay para escoger,
fuese la ascendencia rica, fuese mísera también.
Unos toman los atajos y se dejan corromper,
otros van labrando nexos con la dignidad y el bien.
Hay quizás una conjura, porque casi que usualmente,
los de buena estrella triunfan, los demás jamás ascienden;
por fortuna - en ocasiones - vence la esmerada mente,
y prosperan los mejores, ¡aunque más los que se venden!
Muchas veces padecemos un fracaso inenarrable,
o al igual también vibramos con delirio jubiloso,
más la vida en su dinámica, es reacia a lo inmutable;
y un revés se trueca en triunfo y lo grato en pesaroso.
El cambiante acontecer de la vida me ha mostrado
que si al hoy estás arriba, te vendrás – de pronto - abajo,
que es del todo diferente tu futuro y tu pasado,
y que fácil se trasmuta de radiante a cabizbajo.
Esta incomprensible vida, esta senda indescifrable,
nos dispone lo adecuado y también lo equivocado;
fracasamos en lo obvio o logramos lo improbable,
se tropieza con la gloria o se vive arrinconado.
No es ninguno ahora el mismo de ese de pasados años,
ni será tampoco el mismo cuando el próximo se mire;
llegarán sin dar aviso, hechos únicos y extraños,
y vendrá lo inadvertido mientras cada quien respire.
Esta vida misteriosa nos convierte en marionetas,
nos empuja ambivalente: hacia el frente, a los costados,
nos halaga con manjares sin confiarnos sus recetas,
o despoja de los frutos casi – al fin - recolectados.
¡Qué trayecto sorpresivo el que muestra toda vida:
por instantes placentera, por instantes inhumana;
qué carrera paradójica, singular, incomprendida,
tan gozosa, tan sombría, tan crucial, e igual tan vana!
como la agitada llama, sin patrón alguno, errática,
como pluma al ir del viento, siempre del azar cautiva,
como la forzosa muerte, repentina y enigmática.
Son preceptos de la vida las disímiles sorpresas:
pronta brinda regocijos, triunfos, glorias, alegrías,
pero en mínimo intervalo transfigura todas esas,
en dramática derrota, plena en llantos y agonías.
Nos esboza las venturas, ora ocultas, ora francas;
unas veces las otorga, otras veces las deniega,
por momentos nos empuja, por momentos pone trancas,
abre un día nuestros ojos, pero en otro nos los ciega.
Nacen unos entre todo, nacen otros en la nada,
hay quienes con tiernos padres, hay quienes desamparados,
pocos a una vida cómoda, muchos a tenaz jornada,
pocos con un cielo claro, muchos más a aquél vedados.
Aparecen siempre opciones en cualquier casual recodo,
se consigue la alta cumbre o se vive en postración,
caminamos entre flores o caemos en el lodo,
disponemos de opulencia o absoluta privación.
Fáciles o muy difíciles, rutas hay para escoger,
fuese la ascendencia rica, fuese mísera también.
Unos toman los atajos y se dejan corromper,
otros van labrando nexos con la dignidad y el bien.
Hay quizás una conjura, porque casi que usualmente,
los de buena estrella triunfan, los demás jamás ascienden;
por fortuna - en ocasiones - vence la esmerada mente,
y prosperan los mejores, ¡aunque más los que se venden!
Muchas veces padecemos un fracaso inenarrable,
o al igual también vibramos con delirio jubiloso,
más la vida en su dinámica, es reacia a lo inmutable;
y un revés se trueca en triunfo y lo grato en pesaroso.
El cambiante acontecer de la vida me ha mostrado
que si al hoy estás arriba, te vendrás – de pronto - abajo,
que es del todo diferente tu futuro y tu pasado,
y que fácil se trasmuta de radiante a cabizbajo.
Esta incomprensible vida, esta senda indescifrable,
nos dispone lo adecuado y también lo equivocado;
fracasamos en lo obvio o logramos lo improbable,
se tropieza con la gloria o se vive arrinconado.
No es ninguno ahora el mismo de ese de pasados años,
ni será tampoco el mismo cuando el próximo se mire;
llegarán sin dar aviso, hechos únicos y extraños,
y vendrá lo inadvertido mientras cada quien respire.
Esta vida misteriosa nos convierte en marionetas,
nos empuja ambivalente: hacia el frente, a los costados,
nos halaga con manjares sin confiarnos sus recetas,
o despoja de los frutos casi – al fin - recolectados.
¡Qué trayecto sorpresivo el que muestra toda vida:
por instantes placentera, por instantes inhumana;
qué carrera paradójica, singular, incomprendida,
tan gozosa, tan sombría, tan crucial, e igual tan vana!