Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
He observado la dicha en tu mirada.
Mi corazón de rabia se encogió
pensando en cuántos años he perdido
sin disfrutar tu amor.
Ese brillo lo he visto anteriormente
pero luego, de pronto, se apagó.
Caprichos son traviesos de la vida,
juegos del corazón.
Pero en ti, puede ser, son los primeros
que sincero el cariño pareció.
O los otros también pudieron serlo...
¡Todo una sin razón!
Misterios de la vida que, insondables,
no lograré saber jamás. ¿Quién dio
semejante poder a las mujeres?
¡Solamente el Buen Dios!
Mi corazón de rabia se encogió
pensando en cuántos años he perdido
sin disfrutar tu amor.
Ese brillo lo he visto anteriormente
pero luego, de pronto, se apagó.
Caprichos son traviesos de la vida,
juegos del corazón.
Pero en ti, puede ser, son los primeros
que sincero el cariño pareció.
O los otros también pudieron serlo...
¡Todo una sin razón!
Misterios de la vida que, insondables,
no lograré saber jamás. ¿Quién dio
semejante poder a las mujeres?
¡Solamente el Buen Dios!