Os voy a contar un secreto,
que sé,por que fui el testigo,
y quién no sea muy discreto,
será mi mayor enemigo.
Y más que secreto es historia,
preguntadle a mi concubina,
lo que yo guardo en la memoria.
Ella decía ¡esto no se empina!
Pensó que fallaban sus artes,
y se sintió muy dolorida.
Aquel encuentro fue un desastre,
para no olvidarlo en la vida.
Así este tremendo gallazo,
o al menos,eso yo me sentía,
aprendió eso del gatillazo,
y sé jurar ¡no me dio alegría!
Tengo por maldita una noche,
entre muchos tiernos abrazos,
de amor auténtico derroche,
y yo dándole capotazos.
Así que ya viví pensando,
desesperado y como muerto,
en poder ir solucionando,
ese desagradable entuerto.
Y como por pensar no vivía,
ya casi me arraso la cresta,
cana y con una sabiduría,
que dolida se hace cuesta.
Más dudas que celos yo diría,
de este enorme y más creido engendro,
en plena y veraz apoplejía,
¿cómo convertirlo en almendro?.
Almendro de invierno y verano,
almendro dueño de su almendra,
almendra feliz en la mano,
para ella ¡lo que uno engendra!.
Mil historias yo cavilaba,
sobre la culpa y el culpable,
para ver si así me libraba,
ante cualquier doctor amable.
Pero la cosa fue sencilla,
todo eso tiene soluciones,
con la milagrosa pastilla,
se renuevan ilusiones.
Así me relató el doctor,
y así os juro,lo viví yo.
que sé,por que fui el testigo,
y quién no sea muy discreto,
será mi mayor enemigo.
Y más que secreto es historia,
preguntadle a mi concubina,
lo que yo guardo en la memoria.
Ella decía ¡esto no se empina!
Pensó que fallaban sus artes,
y se sintió muy dolorida.
Aquel encuentro fue un desastre,
para no olvidarlo en la vida.
Así este tremendo gallazo,
o al menos,eso yo me sentía,
aprendió eso del gatillazo,
y sé jurar ¡no me dio alegría!
Tengo por maldita una noche,
entre muchos tiernos abrazos,
de amor auténtico derroche,
y yo dándole capotazos.
Así que ya viví pensando,
desesperado y como muerto,
en poder ir solucionando,
ese desagradable entuerto.
Y como por pensar no vivía,
ya casi me arraso la cresta,
cana y con una sabiduría,
que dolida se hace cuesta.
Más dudas que celos yo diría,
de este enorme y más creido engendro,
en plena y veraz apoplejía,
¿cómo convertirlo en almendro?.
Almendro de invierno y verano,
almendro dueño de su almendra,
almendra feliz en la mano,
para ella ¡lo que uno engendra!.
Mil historias yo cavilaba,
sobre la culpa y el culpable,
para ver si así me libraba,
ante cualquier doctor amable.
Pero la cosa fue sencilla,
todo eso tiene soluciones,
con la milagrosa pastilla,
se renuevan ilusiones.
Así me relató el doctor,
y así os juro,lo viví yo.
