Cristina Guerrero S
Miembro Conocido
Hubo un día en el que creí
que carecía de fuerza interna,
en el que incluso mis manos ajadas de huellas viejas
no estaban en condiciones de sujetar con fuerza
los recuerdos dibujados en el tiempo
que se estampaban en aquel cuaderno de cuero.
Hubo un día en el que mis pasos
se cansaron de andar bajo la lluvia,
y el frío del lodo inerte penetraba en mis talones
doblando la postura de mi cuerpo
haciéndome caer de rodillas
ante el atardecer del universo.
Hubo un día misterioso
de miradas acusadoras,
de palabras como cuchillas afiladas
entrando en el hielo de la nostalgia,
un día en el que la noche era el día
y el día una ilusión robada.
Hubo un día tormentoso,
de color gris y viento gélido,
que se internó en el alma de este cuerpo viejo,
Un día en que el muro delante mío
se hacía tan alto y fuerte
y yo, cada vez más pequeño.
Hubo un día, sí, lo hubo,
pero solo fue uno,
un día en que el oscuro grito de un mal momento
casi rompe mi esqueleto,
y por poco roba de mis ojos
el brillo dorado de mi mas preciado sentimiento.
Solo un día eso fue todo,
pero como cada uno tubo final,
y se enredó en su propia saliva de amargura,
y enterró su fuerza bajo el alud
de mi sonrisa franca
y de mi calmado andar.
Un día que falleció entre las cenizas
de un apasionado corazón,
y con la noche y su silencio
tras las olas del océano de claros pensamientos,
dio un adiós a su última oportunidad.
Y llegó el nuevo día,
con el canto de las aves,
y una ventana tibia que anunciaba al sol
tras de un rosal,
llegó hablando de locura,
de pasiones por la vida
de ilusiones por concretar.
Llegó y se ha quedado conmigo,
no importando si fuera está oscuro
o el sol danza con delfines
perfumados de azafrán,
se ha quedado y no se marcha,
ha renovado mi paz.
Hubo un día, pero solo uno,
en el que creí desmayar...
(CRISTINA GUERRERO)
que carecía de fuerza interna,
en el que incluso mis manos ajadas de huellas viejas
no estaban en condiciones de sujetar con fuerza
los recuerdos dibujados en el tiempo
que se estampaban en aquel cuaderno de cuero.
Hubo un día en el que mis pasos
se cansaron de andar bajo la lluvia,
y el frío del lodo inerte penetraba en mis talones
doblando la postura de mi cuerpo
haciéndome caer de rodillas
ante el atardecer del universo.
Hubo un día misterioso
de miradas acusadoras,
de palabras como cuchillas afiladas
entrando en el hielo de la nostalgia,
un día en el que la noche era el día
y el día una ilusión robada.
Hubo un día tormentoso,
de color gris y viento gélido,
que se internó en el alma de este cuerpo viejo,
Un día en que el muro delante mío
se hacía tan alto y fuerte
y yo, cada vez más pequeño.
Hubo un día, sí, lo hubo,
pero solo fue uno,
un día en que el oscuro grito de un mal momento
casi rompe mi esqueleto,
y por poco roba de mis ojos
el brillo dorado de mi mas preciado sentimiento.
Solo un día eso fue todo,
pero como cada uno tubo final,
y se enredó en su propia saliva de amargura,
y enterró su fuerza bajo el alud
de mi sonrisa franca
y de mi calmado andar.
Un día que falleció entre las cenizas
de un apasionado corazón,
y con la noche y su silencio
tras las olas del océano de claros pensamientos,
dio un adiós a su última oportunidad.
Y llegó el nuevo día,
con el canto de las aves,
y una ventana tibia que anunciaba al sol
tras de un rosal,
llegó hablando de locura,
de pasiones por la vida
de ilusiones por concretar.
Llegó y se ha quedado conmigo,
no importando si fuera está oscuro
o el sol danza con delfines
perfumados de azafrán,
se ha quedado y no se marcha,
ha renovado mi paz.
Hubo un día, pero solo uno,
en el que creí desmayar...
(CRISTINA GUERRERO)