Antonio Jurado
Miembro Conocido
Soñé que estaba con ella
y que la hacía muy feliz
y ya me sentía en la cima
solo por quererla así.
Soñé que todo era hermoso
si ella estaba alrededor
y por el amor que sentía
la hice diosa de mi amor.
Soñé, porque me miraba
que ella también me quería,
me llenaba de su cielo
su belleza me invadía.
Y soñé y seguí soñando
sintiendo esa inmensidad
y aquel amor, en mi pecho,
no dejaba de brotar.
Pensaba que era imposible
estar más emocionado
y disfruté del momento
como un niño enamorado.
¡Qué ilusionada mi vida!
¡qué bella mi pubertad!
¡Qué precioso sentimiento
tener por quién suspirar!
Me sentí dueño del mundo
y por tanta felicidad pensaba
que ya aquella buena estrella
no me dejaría jamás.
Y fui flotando en el aire
dilatando mi ego interno,
siendo más feliz que nadie
con aquel hermoso sueño.
Y de pronto, mis cimientos
cayeron hechos pedazos,
al ver a un chulo guaperas
que la tenía entre sus brazos.
Con esa flecha de gracia
clavada en el corazón,
mi amor propio no acertaba
a aguantar tanto dolor.
Herido de muerte infiel,
mi ego interno destrozado
puso mis pies en el suelo,
donde nunca habían estado.
Y volví al mundanal ruido
con una cruel sensación,
de haber vuelto a equivocarme
al dar en sueños mi amor.
Y así bajé de la nube
viendo a la cruel realidad,
convirtiendo en pedacitos
mi inocente ingenuidad.
Antonio Jurado (España)
© Derechos reservados
y que la hacía muy feliz
y ya me sentía en la cima
solo por quererla así.
Soñé que todo era hermoso
si ella estaba alrededor
y por el amor que sentía
la hice diosa de mi amor.
Soñé, porque me miraba
que ella también me quería,
me llenaba de su cielo
su belleza me invadía.
Y soñé y seguí soñando
sintiendo esa inmensidad
y aquel amor, en mi pecho,
no dejaba de brotar.
Pensaba que era imposible
estar más emocionado
y disfruté del momento
como un niño enamorado.
¡Qué ilusionada mi vida!
¡qué bella mi pubertad!
¡Qué precioso sentimiento
tener por quién suspirar!
Me sentí dueño del mundo
y por tanta felicidad pensaba
que ya aquella buena estrella
no me dejaría jamás.
Y fui flotando en el aire
dilatando mi ego interno,
siendo más feliz que nadie
con aquel hermoso sueño.
Y de pronto, mis cimientos
cayeron hechos pedazos,
al ver a un chulo guaperas
que la tenía entre sus brazos.
Con esa flecha de gracia
clavada en el corazón,
mi amor propio no acertaba
a aguantar tanto dolor.
Herido de muerte infiel,
mi ego interno destrozado
puso mis pies en el suelo,
donde nunca habían estado.
Y volví al mundanal ruido
con una cruel sensación,
de haber vuelto a equivocarme
al dar en sueños mi amor.
Y así bajé de la nube
viendo a la cruel realidad,
convirtiendo en pedacitos
mi inocente ingenuidad.
Antonio Jurado (España)
© Derechos reservados