Alessa
Miembro Conocido
Mientras, Egisto rey de Micenas y amigo de Agamenón y Clitemnestra esposa de Agamenón (amantes a escondidas), daban la bienvenida al héroe griego Agamenón y sus compañeros de batalla, que llegaban triunfantes tras haber tomado Troya; la concubina de Agamenón, Casandra permanecía en sus habitaciones para prepararse para el festín.
Ella estaba de pie frente al espejo, con sus ojos fijos en su reflejo, temblaban como gotas de agua que resbalan hasta estrellarse contra el piso; sus hijos Teledamo y Pélope, tocaron a su puerta, entusiasmados por el regreso de su padre, ella corrió junto a la puerta que abrió presurosa y les dice con voz temblorosa – ¡entren!, pequeños míos, los estaba esperando -.
Tan pronto como entraron, su madre, echó un vistazo a ambos lados del pasillo, para asegurarse que no hubiera nadie cerca, cerró la puerta, los tomó de la mano, guiándolos tras ella, se detuvieron junto a la ventana, desde dónde podía observarse el cielo nocturno en todo su esplendor.
Los gemelos estaban acostumbrados al sombrío carácter de Casandra, en muchas ocasiones la habían visto deambular por los rincones, hablando cosas que para ellos no tenían sentido, pensaban que la gente tenía razón al decir que las visiones que tenía eran producto de su locura y la compadecían por eso, por ese motivo, siempre que ella les relataba alguna profecía, le daban la razón e intentaban obedecer sus peticiones.
Ella les señaló la luna, que había llenado una noche antes, estaba amarilla y gigantesca frente a ellos, mientras lo hacía, empezó a relatarles su última visión – mis queridos hijos, esta noche, la luna se bañará de sangre, está a punto de ocurrir una traición, aquella que se dice amante esposa y el que se dice amigo protector, darán rienda suelta a la maldad que les consume las entrañas, la sangre de su amado padre, la mía y…-, Teledamo, alzó la mano, en señal de protesta, intentando contener la furia que las palabras de su madre le producían contestó - ¡basta ya, madre!, has cruzado el límite con tus locuras -, Pélope, lo miró fijamente y con una mueca de dolor le habló a su hermano - ¡hermano, calla, no le hables así a nuestra madre!, tú y yo tenemos un pacto -.
Casandra se tiró de rodillas frente a Teledamo, se abrazó a sus rodillas y empezó a llorar desesperada, Pélope al verla caer, se arrodilló junto a ella y la abrazó de la cintura, él al verlos de rodillas, tomó a su madre y su hermano y los levantó, los tres se abrazaron fuertemente; mientras ella recuperaba el aliento para hablar, los gemelos se miraron, para resarcir el pacto hecho, de jamás lastimar a su madre, mostrándole que dudan de sus palabras.
Telendamo limpió el rostro de su madre, le dio un beso en la mejilla y exclamó – ¡perdóname por lo que te he dicho!, y cuéntanos tu profecía, madre, los dos te escucharemos atentamente y haremos lo que nos pidas -, Casandra supo que el destino de ella y sus hijos estaba marcado, no había nada que ninguno de ellos pudiera hacer para evitarlo, se tranquilizó, al ver el amor y compasión que sus hijos le habían mostrado, les acarició el rostro a ambos y les besó la frente, les dijo con voz calma – nuestro destino ya está escrito, sin embargo, queridos hijos, quiero que sepan, que estoy orgullosa de ustedes, nunca merecí tanto amor, como el que he recibido, vamos, ya es hora de reunirnos con su padre -.
Una hora más tarde, Agamenón moría a manos de Egisto, Casandra bajo la mano iracunda de Clitemnestra, ante la mirada horrorizada de los gemelos, quienes corrieron la misma suerte que sus padres.
La maldición de Apolo se cumplió hasta el último vaticinio de Casandra, quien sabiendo perfectamente la suerte que le esperaba, no fue capaz de evadir la venganza del rencoroso Dios, quién miraba complacido desde el Olimpo, la caída de aquella a quien amó por su insuperable belleza.
La Última Profecía De Casandra por Ma. Alejandra Mata. Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
