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La anciana

Diego López

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Llovía torrencialmente sobre el valle perdido entre las montañas. Una noche oscura oía el susurro solitario de las gotas acariciando el suelo yermo. Reía la penumbra sobre la tristeza cubriendo la planicie solitaria. Contemplaba el tiempo la noche gélida de un invierno perdido en sus fauces, como aletargando su transcurso. De no ser por la inclemencia, el silencio devoraba cada espacio que habitaba el lugar… desértico.


Y en la inmensidad de la negrura, sobre una roca durmiendo desde lo perpetuo… una casa vieja y roída osaba permanecer de pie. Una casi extinta luz de alguna vela adormecida, traspasaba el ventanal sin cristales. Sobre un sillón entumecido por los años malos, una anciana contemplaba el horizonte perdido en la borrasca. Sus cabellos otrora negro, caían grises como el color de sus ojos. En su mirada no moraban ni tristezas ni alegrías, solo permanecían inmóviles como urdiendo el pasado para encontrar los recuerdos. Sus manos ya sosteniendo el peso de una vida, jugaban a hilvanar hebras de lana sobre un tejido vetusto y percudido. Su cuerpo lánguido y doblado por la experiencia se mecía al ritmo de los instantes que no transitan. Una anciana de mirada perdida en sus pensamientos, se disipaba en la solitud que respiraba el valle.


La noche anunciaba su retiro entre la dolencia de un firmamento entristecido. Se llevaba con el arribo del alba un poco de historia de la anciana, y cada sol despidiendo la luna… sepultaba en el olvido un poco de su pasado, como no queriendo ser recordado. No había huella en su semblante que oficiara de sentimiento surcando arrugas. Solo había un presente instalado en los instantes… transcurriendo. Tal vez la soledad fue impuesta, tal vez elegida… Almas ermitañas que se pierden en la inmensidad del silencio hasta abrazar la muerte. Ya entrada en años, con el cuerpo adolorido y sus pensares cansados… solo restaba esperar el arribo de un fin. Hilván de hebras forjando paños vagos, como rememorando los sueños antes hilvanados.


Sus ojos tomaron otro brillo, y en el limen de la alborada su esencia se extinguía. Se erigió con el único dejo de fuerzas en su alma y salió a la intemperie. Rodeó la casa con paso mesurado y silencioso, tomó un hacha oxidada y hastiada de tanta faena. Abrió la portezuela de una habitación olvidada y buscada… no hubo necesidad de ingresar, manoteó entre la penumbra la mano de una niña entre el hacinamiento y el hambre… entre el miedo y la desesperanza. Un clamor y gritos se hicieron imperceptibles en el valle. Cerró la puerta dejando una decena de niños enclaustrados… niños perdidos, algunos comprados, algunos hurtados. Arrastró a la niña hasta el viejo árbol ensangrentado. Elevó el hacha al cielo que no quería ser testigo… y embistió su filo contar la vida de una inocencia… para libarle su esencia, para tener una nueva alba en su cruento destino…



Título: LA ANCIANA
Autor: Diego López (Argentina)
Imagen tomada de la red
 
Sus ojos tomaron otro brillo, y en el limen de la alborada su esencia se extinguía. Se erigió con el único dejo de fuerzas en su alma y salió a la intemperie. Rodeó la casa con paso mesurado y silencioso, tomó un hacha oxidada y hastiada de tanta faena. Abrió la portezuela de una habitación olvidada y buscada… no hubo necesidad de ingresar, manoteó entre la penumbra la mano de una niña entre el hacinamiento y el hambre… entre el miedo y la desesperanza. Un clamor y gritos se hicieron imperceptibles en el valle. Cerró la puerta dejando una decena de niños enclaustrados… niños perdidos, algunos comprados, algunos hurtados. Arrastró a la niña hasta el viejo árbol ensangrentado. Elevó el hacha al cielo que no quería ser testigo… y embistió su filo contar la vida de una inocencia… para libarle su esencia, para tener una nueva alba en su cruento destino…

Hermoso. Preciosa pluma. Saludos.
 

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