Daniel
Miembro Conocido
En el albor del lucero
se volvió fuego la vida
y en el Big Bang iba presto
la creación, la energía;
la tierra tuvo su cielo
soplando con suave brisa
y fue luz del universo
la noche del nuevo día.
Eros le brindó su centro
y la belleza, Afrodita,
cada Dios dejó su obsequio
para la azulada niña;
marrón y verde su suelo,
el blanco prendó su cima,
un paraíso sin precio
que por el cosmos fulgía.
Su despertar, un encuentro,
luz, canción y poesía,
donde el proceso obró diestro
hilando la bienvenida;
los seres fueron naciendo
cada uno con su estigma
y el humano, prado y huerto
con su ponzoña escondida.
Más acá fuimos creciendo
bajo su mirada fina,
con el hambre del desvelo
y la conciencia atrevida;
engendramos en cemento,
el poder y la desidia,
la sinrazón del caldero,
furia mortal de la envidia.
Enterrados en veneno
el carbono nos suicida,
mueren aves en su vuelo,
hay cianuro en la comida;
igual nos siguen vendiendo
grandes trozos de pirita,
pues somos los cuervos necios
de locura consumista.
Finaliza nuestro tiempo,
la cuenta está en regresiva
y aunque sigan proponiendo
la gran verdad pide pista;
hoy cada palmo está enfermo
nos toca pagar la prima,
la muerte ya avivó el fuego
y en la olla nos cocina.
se volvió fuego la vida
y en el Big Bang iba presto
la creación, la energía;
la tierra tuvo su cielo
soplando con suave brisa
y fue luz del universo
la noche del nuevo día.
Eros le brindó su centro
y la belleza, Afrodita,
cada Dios dejó su obsequio
para la azulada niña;
marrón y verde su suelo,
el blanco prendó su cima,
un paraíso sin precio
que por el cosmos fulgía.
Su despertar, un encuentro,
luz, canción y poesía,
donde el proceso obró diestro
hilando la bienvenida;
los seres fueron naciendo
cada uno con su estigma
y el humano, prado y huerto
con su ponzoña escondida.
Más acá fuimos creciendo
bajo su mirada fina,
con el hambre del desvelo
y la conciencia atrevida;
engendramos en cemento,
el poder y la desidia,
la sinrazón del caldero,
furia mortal de la envidia.
Enterrados en veneno
el carbono nos suicida,
mueren aves en su vuelo,
hay cianuro en la comida;
igual nos siguen vendiendo
grandes trozos de pirita,
pues somos los cuervos necios
de locura consumista.
Finaliza nuestro tiempo,
la cuenta está en regresiva
y aunque sigan proponiendo
la gran verdad pide pista;
hoy cada palmo está enfermo
nos toca pagar la prima,
la muerte ya avivó el fuego
y en la olla nos cocina.