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LA HISTORIA DE DIANA (Prosa)

Era una mañana de septiembre, los pájaros cantaban sus hermosas melodías frente al hospital Hilary y Diana despertaba de un infarto cerebral, resucitaba a la vida.



Sus padres habían pasado toda la noche en el hospital y los médicos les habían dicho que solo un milagro salvaría a su hija, pues el accidente de tránsito que había soportado luego que venían de un paseo de un parque de diversiones, le había dejado muy delicada (unas cuantas costillas rotas, brazo y piernas fracturadas, su cráneo con traumatismos craneoencefálico).



Ellos fueron alertados por las enfermeras cuando dormían en los pasillos del hospital pues su hija Diana que estaba internada en cuidados intensivos había sufrido una crisis, estaba convulsionando y seguramente luego vendría un infarto al corazón o al cerebro. Les habían dicho que sean fuertes que tal vez esa noche la niña moriría. Los padres desesperados lloraron y estuvieron en vela toda la noche.



En cuidados intensivos, había gran despliegue de médicos y enfermeras intentando salvar la vida de Diana, pero los esfuerzos parecían inútiles. Diana se iba, la máquina que marcaba los signos vitales del corazón se iba apagando poco a poco y los médicos perdían la fe. Aplicaron el resucitador pero todo fue en vano. Diana había dejado de respirar.



En los pasillos del hospital los padres estaban desesperados preguntando continuamente alas enfermeras el estado de sus hija hasta que el médico principal, el Dr. Rojas, les informó:
-Señores, lastimosamente su hija ha dejado de existir, hicimos todos los esfuerzos posibles, pero no pudimos salvarla. Lo siento mucho y Dios les de resignación.

Al oír estas palabras la madre de Diana cayó desmayada de la impresión, las enfermeras tuvieron que ponerle alcohol en la nariz para reanimarla y su padre estaba hecho un mar de lágrimas. Su única hija la que tuvieron ya de edad avanzada, había dejado de existir.



Esperaron muchas horas con los protocolos del hospital para dejar sacar el cuerpo.



Mientras tanto en cuidados intensivos Diana tendida inmóvil en su cama, parecía estar viva, pues soñaba que un ángel muy hermoso y resplandeciente irrumpía en su cama y le decía:



-Hola Diana, no tengas miedo, soy tu ángel de la guarda y debes saber que es deseo del padre del cielo que vuelvas a la tierra, tus padres están sufriendo mucho por ti y sobre todo tu madre, antes que ingreses al hospital a elevado muchas oraciones para que no te mueras. Nuestro señor ha escuchado estos ruegos profundos del corazón de una madre y por ello me ha enviado para decirte que volverás a la tierra. Acompañarás por un tiempo más a tus padres. Los querrás mucho y obedecerás en todo pues han sufrido mucho haciéndose muchos tratamientos para poder concebirte.



Y luego el ángel desapareció. Diana abrió los ojos y vio que estaba en una cama llena de tubos y comenzó a llamar a las enfermeras:



¡Señoritas!, ¿dónde estoy? ¡Ayúdenme por favor¡ ¿pueden traerme agua?, ¡tengo sed!

Al escuchar sus gritos, una de las enfermeras no lo podía creer, del cuarto de la niña muerta se oía una voz y con un poco de miedo se acercó y tal sería su sorpresa cuando vio despierta a Diana. Inmediatamente llama a los doctores y enfermeras para que confirmen el hecho, pues creía que estaba viendo visiones producto del excesivo trabajo y los doctores inmediatamente se acercaron muy asombrados y examinaron a Diana y vieron que sus signos vitales estaban bien, que ya había pasado el peligro y muy sorprendidos afirmaban que se trataba de un milagro.



Era un caso nunca visto para ellos. Pues Diana estaba clínicamente muerta y prácticamente y misteriosamente había resucitado. Le preguntaron cómo se sentía y ella les dijo que bien y les contaba que un ángel le dijo que debía regresar a la tierra y ellos sorprendidos daban gloria a Dios y se lo comunicaron a sus padres que saltaron de alegría e inmediatamente pidieron ver a su hija.



Al verla lloraron de alegría y abrazaron a Diana, quien también a ellos les contó su sueño y desde ese momento Diana se fue recuperando rápidamente y fue una buena hija para sus padres y los vio hasta que ellos murieron. Cumpliendo así la promesa hecha al ángel de la guarda.



Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
 

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