• Sabías que puedes registrarte o ingresar a tu cuenta directamente desde facebook con el botón de facebook en la parte superior de la página?

La plaga 1" parte

LA PLAGA


Hoy conocí a Alvaro, mientras tomába un café observé al otro lado de la barra aquel rostro enigmático, ensimismado, con ojos brillantes dejaba entrever las lágrimas consumidas por la impotencia a causa de una de las aventuras que nadie quisiera ni para el peor de sus enemigos. Daba vueltas al café con la cucharilla de la amargura, tras varios minutos con los cuales imagino estaría el café demasiado frío estimó tomar el primer sorbo, cualquiera en sus circunstancias pediría otro café, pero a él le daba igual, por frío y amargo que estuviese, la vida lo era más, con el rostro desdibujado por el drama vivido aún reciente suspiraba, pero suspiraba de forma agónica, aquella imagen me inquietaba, era un hombre de unos cincuenta años aproximadamente, bien vestido, educado, y se veía en su rostro de trato fácil. Al cabo de un rato parecía venirse abajo, encubría sus lágrimas a base de sobrecargas de orgullo masculino, al segundo sorbo de café ya no podía más, él viéndose roto por las circunstancias llamó al camarero para pedirle la cuenta de aquel café, mientras sacaba su monedero y dejaba caer sobre la barra un euro con diez céntimos, dejando sólo la carga de aire en él, me adelanté intrigado por aquella enigmática figura y dije al camarero que me cobrase aquel café, el señor de la barra muy amablemente se acercó hasta él y le dijo que aquel café estaba pagado, entonces se cruzaron nuestras miradas por primera vez, me miró y asintió con la cabeza a modo de gracias, al salir por la puerta, donde yo me encontraba, me puso la mano en el hombro y me dijo - le devolvería la invitación, pero hoy no va a poder ser, yo le dije - no lo hice por entablar algún tipo de amistad, tan sólo que, vi el drama en su rostro, y creo que más que un café lo que necesita usted hoy es un amigo, no le conozco de nada pero si me acepta una copa lo puedo ser por un rato, por cierto, sabe usted ¿que en los Estados Unidos existen bares donde la gente va para contarles sus problemas a desconocidos? no lo sabía, contestó - en ese instante miró hacia uno de los bolsillos de su chaqueta, donde asomaba un sobre blanco, le pregunté ¿una mala noticia? y sonrriéndome dijo- ¡es el anuncio de una muerte! entonces le pregunté- ¿alguien de su familia está enfermo? y metiendo la mano en el bolsillo me dijo ¡tome y lea!, ¡no por favor! dije yo- eso es algo muy íntimo, no me importa, dijo él, y la puso en mi mano, entonces al desdoblar aquel sobre arrugado lo primero que vi fue la palabra DESHAUCIO, un vuelco me dio el corazón y comencé a comprender aquel semblante tan lleno de dolor, no sabía que decir, así que le dije otra vez que si aceptaba mi invitación a una copa, me dijo- vale, la acepto, es más, la necesito.
Durante unos minutos sólo bebíamos y nos mirábamos, pero no hablamos, a mi me daba corte de preguntarle por su situación, que a todas luces era agónica, pero su mirada reflejaba la de un ser indefenso ante una situación que lo superaba por completo, tragaba lágrimas entre sorbo y sorbo intentando disimular aquel corazón destrozado, aparentaba entereza, pero sus lágrimas y suspiros los delataban, hasta que decidió romper su silencio, entonces dijo- si le he aceptado esta copa es porque no tengo ganas de llegar a mi casa, no se que decirle a mi mujer y a mis hijos, esta carta la recibí ayer y vine hoy al banco para darle una solución a esta situación, pero he de volver a mi casa y mirar a mi esposa a los ojos para decirle que no hay nada que hacer, y yo me pregunto ¡cómo se hace eso! cómo se le dice a una familia que recogan sus cosas, que recogan su vida, la guarden en una maleta y marchen no se a dónde, ¿usted puede decírmelo?. Yo no fui capaz de mantenerle la mirada, se me caía la cara de verguenza, no porque yo tuviese nada que ver con su problema, sino porque todos somos culpables de haber fraguado una sociedad tan inhumana como la nuestra. Tras una larga pausa se disculpó, diciendo, perdone, el problema no es suyo, por cierto me llamo Alvaro, y yo Manuel, contesté, y se equiboca, el problema es de todos, todos hemos contribuido a estas leyes injustas que sólo amparan el dinero y el poder, y que cuando careces de ello te convierten en ciudadano de tercera.
descarga (6).jpg
 

PeBoRe

Nuevo Miembro
Una plaga de la que nadie, lamentablemente está libre y de la que efectivamente, somos culpables por mantenerla en su apogeo. aunque ésta no viniera incluida en nuestras alforjas.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
LA PLAGA


Hoy conocí a Alvaro, mientras tomába un café observé al otro lado de la barra aquel rostro enigmático, ensimismado, con ojos brillantes dejaba entrever las lágrimas consumidas por la impotencia a causa de una de las aventuras que nadie quisiera ni para el peor de sus enemigos. Daba vueltas al café con la cucharilla de la amargura, tras varios minutos con los cuales imagino estaría el café demasiado frío estimó tomar el primer sorbo, cualquiera en sus circunstancias pediría otro café, pero a él le daba igual, por frío y amargo que estuviese, la vida lo era más, con el rostro desdibujado por el drama vivido aún reciente suspiraba, pero suspiraba de forma agónica, aquella imagen me inquietaba, era un hombre de unos cincuenta años aproximadamente, bien vestido, educado, y se veía en su rostro de trato fácil. Al cabo de un rato parecía venirse abajo, encubría sus lágrimas a base de sobrecargas de orgullo masculino, al segundo sorbo de café ya no podía más, él viéndose roto por las circunstancias llamó al camarero para pedirle la cuenta de aquel café, mientras sacaba su monedero y dejaba caer sobre la barra un euro con diez céntimos, dejando sólo la carga de aire en él, me adelanté intrigado por aquella enigmática figura y dije al camarero que me cobrase aquel café, el señor de la barra muy amablemente se acercó hasta él y le dijo que aquel café estaba pagado, entonces se cruzaron nuestras miradas por primera vez, me miró y asintió con la cabeza a modo de gracias, al salir por la puerta, donde yo me encontraba, me puso la mano en el hombro y me dijo - le devolvería la invitación, pero hoy no va a poder ser, yo le dije - no lo hice por entablar algún tipo de amistad, tan sólo que, vi el drama en su rostro, y creo que más que un café lo que necesita usted hoy es un amigo, no le conozco de nada pero si me acepta una copa lo puedo ser por un rato, por cierto, sabe usted ¿que en los Estados Unidos existen bares donde la gente va para contarles sus problemas a desconocidos? no lo sabía, contestó - en ese instante miró hacia uno de los bolsillos de su chaqueta, donde asomaba un sobre blanco, le pregunté ¿una mala noticia? y sonrriéndome dijo- ¡es el anuncio de una muerte! entonces le pregunté- ¿alguien de su familia está enfermo? y metiendo la mano en el bolsillo me dijo ¡tome y lea!, ¡no por favor! dije yo- eso es algo muy íntimo, no me importa, dijo él, y la puso en mi mano, entonces al desdoblar aquel sobre arrugado lo primero que vi fue la palabra DESHAUCIO, un vuelco me dio el corazón y comencé a comprender aquel semblante tan lleno de dolor, no sabía que decir, así que le dije otra vez que si aceptaba mi invitación a una copa, me dijo- vale, la acepto, es más, la necesito.
Durante unos minutos sólo bebíamos y nos mirábamos, pero no hablamos, a mi me daba corte de preguntarle por su situación, que a todas luces era agónica, pero su mirada reflejaba la de un ser indefenso ante una situación que lo superaba por completo, tragaba lágrimas entre sorbo y sorbo intentando disimular aquel corazón destrozado, aparentaba entereza, pero sus lágrimas y suspiros los delataban, hasta que decidió romper su silencio, entonces dijo- si le he aceptado esta copa es porque no tengo ganas de llegar a mi casa, no se que decirle a mi mujer y a mis hijos, esta carta la recibí ayer y vine hoy al banco para darle una solución a esta situación, pero he de volver a mi casa y mirar a mi esposa a los ojos para decirle que no hay nada que hacer, y yo me pregunto ¡cómo se hace eso! cómo se le dice a una familia que recogan sus cosas, que recogan su vida, la guarden en una maleta y marchen no se a dónde, ¿usted puede decírmelo?. Yo no fui capaz de mantenerle la mirada, se me caía la cara de verguenza, no porque yo tuviese nada que ver con su problema, sino porque todos somos culpables de haber fraguado una sociedad tan inhumana como la nuestra. Tras una larga pausa se disculpó, diciendo, perdone, el problema no es suyo, por cierto me llamo Alvaro, y yo Manuel, contesté, y se equiboca, el problema es de todos, todos hemos contribuido a estas leyes injustas que sólo amparan el dinero y el poder, y que cuando careces de ello te convierten en ciudadano de tercera.
Ver el archivo adjunto 280


Un mal del que nadie esta libre,de las manos estafadoras que el mismo pueblo ha fraguado,muy buen relato Manuel,pero como he visto que hay una segunda parte ya voy a ella porque tu relato atrapa y deja con ganas de leer como se van desencadenando las cosas,gracias por compartir,un beso grande
 

RADIO EN VIVO

Donar

Versos Compartidos en Facebook

Arriba