El hombre no es un lobo, no es un oso,
el hombre puede ser lo que requiera
si haciéndolo no forma una quimera
que fije en lo real algo borroso,
de hacerlo, se hace un monstruo peligroso
que arrasa sin piedad toda galera
fletada con su vela verdadera,
tan solo la destruye otro coloso,
coloso que es inmenso y es pequeño,
de gloria y de valía reposada
que vive en las murallas de su historia,
él forma en su lujuria el desempeño,
él es el forjador de su morada
y el único capaz de hacer victoria.
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José J. Torres © 2020
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