Araciel Abaddon
Miembro Conocido
Por la rambla va,el
viejecito con su
carrito, su cepillito
y recogedor,recogiendo
papeles y hojas de los
arboles que mueren
en otoño, y llenan
los paseos de hojas
sin parar.
Tiene ya 80 años
de vida sencilla y
humilde, no tiene
estudios ni carrera
alguna, vive en
una casita prestada
llena de humedad
y goteras.
Vive de la caridad
que le dio el
ayuntamiento de
barrendero hasta
que sus fuerzas le
abandonen, pues
no tiene jubilación
ni Seguridad Social
alguna.
A las seis de la
mañana con su
carrito va, haga
frio o calor, o
llueva, por la
rambla lo veras
limpiando lo que
otros tiran.
Mientras jóvenes
con edad de trabajar
descansan a pierna
suelta, se levantan
cuando el Sol esta
en lo alto, pensando,
que hacer hoy o
a quien robar.
El anciano barrendero
devuelve su carrito,
y a la tienda va antes
de que cierren para
comprar una barra
de pan y unas habichuelas
para llenar su pequeño
puchero y hacer algo
parecido a un caldo
de alubias.
Trabaja el anciano
para poder comer y
sobrevivir.
Por la rambla va el
y su carrito,algunos
niños piedras le tiran,
los adultos se apartan
de el como si tuviese
la peste, nadie le
presta atención,
y el viejecito vive
con ilusión su día
a día, para poder
comer y retirarse a
su casita y descansar.
El es feliz así, ve
por la rambla como pasa
el mundo a su alrededor,
y con sus fantasías
crea a sus propios amigos
y habla solo sin parar.
Cada vez mas le cuesta
al anciano levantarse
para observar la rambla
un día mas, pues su vejez
no perdona la edad, pero
hay que comer, nadie lo
va hacer por el.
En aquel amanecer nublado
y frio, todos salieron
con sus abrigos,
sintiendo el helado
viento sobre sus cabezas.
Era otro día mas como
otro cualquiera.
Pero nadie reparo, que
una vieja vida se fue,
nadie echo en falta
un carrito y su
dueño limpiando
las ramblas de la
ciudad.
Araciel Abaddon.
viejecito con su
carrito, su cepillito
y recogedor,recogiendo
papeles y hojas de los
arboles que mueren
en otoño, y llenan
los paseos de hojas
sin parar.
Tiene ya 80 años
de vida sencilla y
humilde, no tiene
estudios ni carrera
alguna, vive en
una casita prestada
llena de humedad
y goteras.
Vive de la caridad
que le dio el
ayuntamiento de
barrendero hasta
que sus fuerzas le
abandonen, pues
no tiene jubilación
ni Seguridad Social
alguna.
A las seis de la
mañana con su
carrito va, haga
frio o calor, o
llueva, por la
rambla lo veras
limpiando lo que
otros tiran.
Mientras jóvenes
con edad de trabajar
descansan a pierna
suelta, se levantan
cuando el Sol esta
en lo alto, pensando,
que hacer hoy o
a quien robar.
El anciano barrendero
devuelve su carrito,
y a la tienda va antes
de que cierren para
comprar una barra
de pan y unas habichuelas
para llenar su pequeño
puchero y hacer algo
parecido a un caldo
de alubias.
Trabaja el anciano
para poder comer y
sobrevivir.
Por la rambla va el
y su carrito,algunos
niños piedras le tiran,
los adultos se apartan
de el como si tuviese
la peste, nadie le
presta atención,
y el viejecito vive
con ilusión su día
a día, para poder
comer y retirarse a
su casita y descansar.
El es feliz así, ve
por la rambla como pasa
el mundo a su alrededor,
y con sus fantasías
crea a sus propios amigos
y habla solo sin parar.
Cada vez mas le cuesta
al anciano levantarse
para observar la rambla
un día mas, pues su vejez
no perdona la edad, pero
hay que comer, nadie lo
va hacer por el.
En aquel amanecer nublado
y frio, todos salieron
con sus abrigos,
sintiendo el helado
viento sobre sus cabezas.
Era otro día mas como
otro cualquiera.
Pero nadie reparo, que
una vieja vida se fue,
nadie echo en falta
un carrito y su
dueño limpiando
las ramblas de la
ciudad.
Araciel Abaddon.
