Caballero de los Geranios
MODERADOR DE ORTOGRAFÍA Y SEMÁNTICA
La Tierra grita:
¡Herida está mi alma, desangran mis entrañas!
¡Me agobia el corazón y tiemblo en sacrificios!
La fiebre: ¡No soporto! ¡Retira tus cizañas!
¡Desgarras a mi vientre, fallezco con suplicios!
Aspiro aire sucio y asfixias mis montañas
abiertas con tus garras de buitre en orificios.
Te ruego… no me ultrajes. ¡Exijo cuarentena…!
¡No aguanto más el ácido de fuego en mi gangrena!
Mis últimos respiros… exhausta… en mis simientes,
en días contagiosos, acabas mi existencia,
te burlas de mi angustia y clavas con tus dientes:
toxina de avaricia… ¡Me apesta tu presencia!
¡Escóndete en tu casa! ¡Retira a tus sirvientes!
¡Soporta los dolores e implora la clemencia!
Mas, cúbrete la máscara, suplica, te perdono,
y nunca más degrades sutil capa de ozono.
Tus gases en mi atmósfera incendian a mi pecho,
fastidias mi fatiga con polos en deshielo,
desbordas a mis ríos e inundas con acecho,
desplumas a mis árboles, taladras a mi suelo
y humillas la pobreza, te embutes satisfecho,
invocas de rodillas imploren a tu cielo....
Tu huella de carbono, aparta en mi memoria,
tus fábricas de humo recubren tu mortuoria…
Mi agua, con bacterias incrustas en basura,
la extinta especia acuática con fundas y toxinas,
los peces en eterno reposo de amargura,
mis ríos y mis mares, con momias de sardinas,
mi ola en el ocaso no mira su criatura.
Desnudo el pobre campo, raíces, todas ruinas.
¡Suspende tu crueldad y enmienda el medio ambiente,
escucha mi clamor, mi cuerpo se resiente!
Termina la epidemia y estás: ¿confuso, incierto?
¿El miedo al cementerio? ¿La tumba te horroriza?
El pánico trasmites y lloras descubierto.
Remienda tus ideas fermento de ceniza,
tus bosques de cemento, psicosis en desierto.
¡Despierta, inmortaliza, mi herida se agudiza!
¡Revive en armonía! ¡Me rindes pleitesía!
¡Exijo: aire puro, mi paz con alegría!
¡Herida está mi alma, desangran mis entrañas!
¡Me agobia el corazón y tiemblo en sacrificios!
La fiebre: ¡No soporto! ¡Retira tus cizañas!
¡Desgarras a mi vientre, fallezco con suplicios!
Aspiro aire sucio y asfixias mis montañas
abiertas con tus garras de buitre en orificios.
Te ruego… no me ultrajes. ¡Exijo cuarentena…!
¡No aguanto más el ácido de fuego en mi gangrena!
Mis últimos respiros… exhausta… en mis simientes,
en días contagiosos, acabas mi existencia,
te burlas de mi angustia y clavas con tus dientes:
toxina de avaricia… ¡Me apesta tu presencia!
¡Escóndete en tu casa! ¡Retira a tus sirvientes!
¡Soporta los dolores e implora la clemencia!
Mas, cúbrete la máscara, suplica, te perdono,
y nunca más degrades sutil capa de ozono.
Tus gases en mi atmósfera incendian a mi pecho,
fastidias mi fatiga con polos en deshielo,
desbordas a mis ríos e inundas con acecho,
desplumas a mis árboles, taladras a mi suelo
y humillas la pobreza, te embutes satisfecho,
invocas de rodillas imploren a tu cielo....
Tu huella de carbono, aparta en mi memoria,
tus fábricas de humo recubren tu mortuoria…
Mi agua, con bacterias incrustas en basura,
la extinta especia acuática con fundas y toxinas,
los peces en eterno reposo de amargura,
mis ríos y mis mares, con momias de sardinas,
mi ola en el ocaso no mira su criatura.
Desnudo el pobre campo, raíces, todas ruinas.
¡Suspende tu crueldad y enmienda el medio ambiente,
escucha mi clamor, mi cuerpo se resiente!
Termina la epidemia y estás: ¿confuso, incierto?
¿El miedo al cementerio? ¿La tumba te horroriza?
El pánico trasmites y lloras descubierto.
Remienda tus ideas fermento de ceniza,
tus bosques de cemento, psicosis en desierto.
¡Despierta, inmortaliza, mi herida se agudiza!
¡Revive en armonía! ¡Me rindes pleitesía!
¡Exijo: aire puro, mi paz con alegría!
