Arturo González
Miembro Activo
Los Poetas
Los poetas
Se fueron,
Sus yermas manos sobre el ronco
Acento del viento
No dejaron más versos.
Todos los ingenios
Que alguna vez anduvieron;
Y, de su puño y letra
La sangre manchada exprimieron,
Se fueron.
Todos los mortales que deambularon
Por las calles y los caminos,
Que no hicieron más oficio
Que contar
Y cantar
Los delirios
De la grandeza de los pequeños,
Con el umbral del nuevo tiempo,
Se esfumaron...
Y sus versos
Se fueron.
La luz de la vela,
Y el sabor del jerez,
La impávida pulcritud
En la frente del juglar atormentado,
Aullando sus ironías
En una noche de agonía;
Los distintos tonos del azul,
Lor recios vientos del sur...
Los cantos del loco fauno,
Las visiones y los incensarios,
Desaparecieron.
Y los labios trémulos
Murieron.
Sé muy bien como acompañar
A mis muertos:
Hemingway con vino,
Shakespeare con jerez,
Y pan de centeno para Quevedo.
Cuando mis amaneceres se han vuelto sus noches,
Y toda su labia y sapiencia mi derroche;
Entonces es que me despierto,
Y entre ojo y ojo,
Y hoja y hoja
Contemplo,
Que el espejo en que miro es incierto;
Pues sus versos se han desvanecido...
Y la tierra baldía aún no ha parido.
Mi tiempo es un tiempo mudo...
Y no hay hombre que pueda vivir desnudo;
Pues el fuego de la hoguera,
Y el calor de la chimenea,
La cabaña arrinconada y la campiña decorada,
La barba crecida y la frente arrugada,
Las botas raídas, los dedos callosos,
Las mesas frías y los riachuelos llorosos,
Murieron,
Y los poetas
Se fueron.
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