MarcosR
Miembro Conocido
He caminando tanto,
que mis piernas no entienden
los pasos que voy dando.
Las fotos que declaro.
Los versos de Machado.
Por más que los recito
en cada trazo
de mis endebles pasos.
Pinceladas de piel
sobre la arena.
Este nuevo silencio
nos abarca, liviano,
pegando los retazos
que quedaon sin aire
después de que cayeran
sobre nuestra tristeza
las piedras del hallazgo,
sobre nuestras cabezas.
Cuánta arena en los dedos,
en el pelo, en el alma.
Porque debo creer
que aún me esperas
es que vago por el mundo descalzo.
Porque debo creer...
Porque debo.
Porque después del canto,
amargo, a veces,
de esperarte,
vendrá a mi huella
tu abrazo desde el Plata.
Como un jazmín pequeño
en tus manos de pájaro
dejaré una canción.
No es mayor la distancia
si el camino es el nuestro.
Hoy sólo para mí
se vencen las agujas,
se estrellan las ciudades,
se incendian las vidrieras.
Las palabras no gritan
a esta altura del sueño
la canción que adormece
los intentos del vuelo.
Deberemos callarnos,
pensar que nos morimos,
que nos vamos, a prisa!
Pero hay algo que falta.
¿Dónde estamos nosotros?
Porque debo creer
que ya llegas.
Porque debo creer
que nos buscamos.
Este viento
que me agota y subleva,
sirviendo a tu caricia,
me salva del imperio del miedo
y los esclavos.
Hoy, sólo soy una foto
en vuestra mano,
una sombra sin cuerpo,
un camino al costado.
Mejillones comí
y extrañaba tu risa,
tu aliento.
Quise soltar mi mano
y naufragué un desierto.
Tengo sed de tu boca.
He caminando tanto
que ya no quedan horas
que adormezcan mi canto.
Yo sólo sé querer
tu abrazo constelado.
Por más que nadie entienda
lo que callo o declaro.
Tu desierto.
Mis huellas.
Los versos de Machado.
que mis piernas no entienden
los pasos que voy dando.
Las fotos que declaro.
Los versos de Machado.
Por más que los recito
en cada trazo
de mis endebles pasos.
Pinceladas de piel
sobre la arena.
Este nuevo silencio
nos abarca, liviano,
pegando los retazos
que quedaon sin aire
después de que cayeran
sobre nuestra tristeza
las piedras del hallazgo,
sobre nuestras cabezas.
Cuánta arena en los dedos,
en el pelo, en el alma.
Porque debo creer
que aún me esperas
es que vago por el mundo descalzo.
Porque debo creer...
Porque debo.
Porque después del canto,
amargo, a veces,
de esperarte,
vendrá a mi huella
tu abrazo desde el Plata.
Como un jazmín pequeño
en tus manos de pájaro
dejaré una canción.
No es mayor la distancia
si el camino es el nuestro.
Hoy sólo para mí
se vencen las agujas,
se estrellan las ciudades,
se incendian las vidrieras.
Las palabras no gritan
a esta altura del sueño
la canción que adormece
los intentos del vuelo.
Deberemos callarnos,
pensar que nos morimos,
que nos vamos, a prisa!
Pero hay algo que falta.
¿Dónde estamos nosotros?
Porque debo creer
que ya llegas.
Porque debo creer
que nos buscamos.
Este viento
que me agota y subleva,
sirviendo a tu caricia,
me salva del imperio del miedo
y los esclavos.
Hoy, sólo soy una foto
en vuestra mano,
una sombra sin cuerpo,
un camino al costado.
Mejillones comí
y extrañaba tu risa,
tu aliento.
Quise soltar mi mano
y naufragué un desierto.
Tengo sed de tu boca.
He caminando tanto
que ya no quedan horas
que adormezcan mi canto.
Yo sólo sé querer
tu abrazo constelado.
Por más que nadie entienda
lo que callo o declaro.
Tu desierto.
Mis huellas.
Los versos de Machado.
